Jorge
aksdhklashdas{dhas{dha+shdasdhas{ldhas{dhaskdha{sdhas{dh{askdh{ashdk{ashk{dh{askhdash{dkahskl{dhasEl señor Remontel, ciudadanofrancés dueño de un restaurante en el poblado de Tacubaya, lo declaraba enfáticamente: en 1832, oficiales del entonces presidente Antonio López de Santa Anna habían degustado de su finísima repostería francesa y, tras el placer, abandonaron su negocio sin pagar lo consumido, aprovechando los recurrentes disturbios y motines que asolaban por doquier.
Por esa deuda impagada, Monsieur Remontel exigía¡60 mil pesos de ese entonces! Tal reclamo —del que la prensa hizo mofa— dio nombre a la primera guerra de México con Francia: la “Guerra de los Pasteles”, ocurrida hace 170 años.
El contexto de este conflicto internacional fue el de una crisis generalizada en el territorio nacional: economía paralizada, inseguridad y malas comunicaciones, levantamientos armados… caldo de cultivo de unacreciente inestabilidad.
Era el año de 1837. Entonces, además de atender los asuntos internos, los hombres de gobierno debían estar vigilantes de lo que ocurría en las fronteras, pues el peligro acechaba constantemente al país. España se resistía a dar por perdida la que fuera su colonia más rica y ponía en marcha varios proyectos de reconquista; otras potencias, como Gran Bretaña, Estados Unidos yFrancia, durante gran parte del siglo XIX encontraron pretextos para intimidar a la joven nación mexicana, llegando, en algunos casos, hasta la invasión.
En ese marco, el gobierno mexicano recibió un mar de reclamaciones de extranjeros que se decían afectados en sus bienes y negocios. Los franceses adoptaron una posición especialmente exigente, acumulando quejas y demandando, con prepotencia,solución a situaciones en muchos casos dramatizadas.
El canciller francés Louis Mathie Molé ordenó a su ministro en México, Antoine Louis Deffaudis, presentar un ultimátum para el pago de una indemnización global de 600 mil pesos; por supuesto, esa cantidad era impensable para las arcas nacionales que estaban permanentemente en números rojos, además de que el gobierno se resistía areconocer tal abuso porque no se sentía responsable de los disturbios políticos, y preveía que, si aceptaba dichas exigencias, sentaría un precedente que posteriormente podría ocasionar abusos de otros que se dijeran lesionados.
A finales de 1837, la situación se agravó tras el fusilamiento de un filibustero francés, pero fue en febrero de 1838 cuando la amenaza se vio convertida en realidad, puesuna escuadrilla francesa a las órdenes del comandante Bazoche arribó en Antón Lizardo, Veracruz, apostando a conseguir con la fuerza de los cañones lo que no había logrado el poder de la palabra.
El barón Deffaudis se dirigió hacia Veracruz para estar lo más cerca posible de los hechos, permaneciendo aproximadamente dos meses a bordo de la fragata Herminia, desde donde se mantenía alerta a las...
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