jose de san martin

2.a)
Él
Cada vez que Él llega al pueblo pasa lo mismo. Perfectas sonrisas, como recortadas de revistas; miradas de admiración, que esconden incertidumbre y hasta un poco de miedo y como no, unfalso servilismo que guarda un poco de todo lo anterior.
Es inevitable para mí no recordarlo de sus días en la escuela, sobretodo en la primaria, recuerdo su torpeza con un poco de ternura. Misensación es de inevitabilidad con su vida aquí, un destino ya marcado. Yo no podía evitarlo ¿Quién podía?
Nunca voy a olvidar ese día, creo que fue un momento que me marcó más a mí que a él, cuando yaadolescente el futuro hijo prodigo, vivió lo que me pareció una situación cotidiana para Él.
Era un viernes justo antes de la hora de salir, yo estaba preparándome para volver a casa cuando escuché gritosprovenientes del baño, al principio no supe que hacer, pero lentamente me acerque para ver qué pasaba. Carlos Rodríguez, el que siempre eligió al torpe del pueblo como catalizador de susfrustraciones estaba ahí con Él. Los vi a los dos, uno al lado de otro y el contraste entre ellos era muy marcado; Carlos era un chico alto, robusto, bronceado y con sus cabellos rubios decolorados por el sol,una nariz simpáticamente torcida por jugar al futbol, ojos del color del whisky, se movía con una seguridad de quien sabe lo que quiere. Y esta Él, pobre, creo que el contraste era agudizado por laactitud, empequeñecido, mirando al piso y temblando como con pánico a la vida. Discutían, o mejor dicho Carlos se le acercaba y lo apretaba contra la pared cortándole la respiración, no entendía muchopero creo que le gritaba por haber entrado al baño cuando estaba el allí, lo zamarreaba, gritaba y Él seguía achicado y quieto, no lloraba, no emitía sonido alguno, estaba quieto como a la espera de algopeor. La falta de respuesta enfureció aún más a Carlos, que terminó enloqueciendo y lo metió adentro de un cubículo, no vi más, no pude.
A la hora de salida lo vi, parecía estar como siempre,...