Jose Luis Gonzalez

Páginas: 5 (1229 palabras) Publicado: 9 de abril de 2013
José Luis González
(República Dominicana, 1926 - México, 1997)

EN EL FONDO DEL CAÑO HAY UN NEGRITO
A René Depestre
I
      La primera vez que el negrito Melodía vio al otro negrito en el fondo del caño fue en la mañana del tercero o cuarto día después de la mudanza, cuando llegó gateando hasta la única puerta de la nueva vivienda y se asomó para mirar hacia la quieta superficie del aguaallá abajo.
      Entonces el padre, que acababa de despertar sobre el montón de sacos vacíos extendidos en el piso, junto a la mujer semidesnuda que aún dormía, le gritó:
      —¡Mire... eche p'adentro! ¡Diantre'e muchacho desinquieto!
      Y Melodía, que no había aprendido a entender las palabras pero sí a obedecer los gritos, gateó otra vez hacia adentro y se quedó silencioso en un rincón,chupándose un dedito porque tenía hambre.
      El hombre se incorporó sobre los codos. Miró a la mujer que dormía a su lado y la sacudió flojamente por un brazo. La mujer despertó sobresaltada, mirando al hombre con ojos de susto. E1 hombre rió. Todas las mañanas era igual: la mujer salía del sueño con aquella expresión de susto que a él le provocaba un regocijo sin maldad. La primera vez que vioaquella expresión en el rostro de su mujer no fue en ocasión de un despertar, sino la noche que se acostaron juntos por primera vez. Quizá por eso a él le hacía gracia verla despabilarse así todas las mañanas.
      El hombre se sentó sobre los sacos vacíos.
      —Bueno—se dirigió entonces a la mujer—. Cuela el café.
      Ella tardó un poco en contestar:
      —Ya no queda.
      —¿Ah?      —No queda. Se acabó ayer.
      Él empezó a decir: “¿Y por qué no compraste más?”, pero se interrumpió cuando vio que en el rostro de su mujer comenzaba a dibujarse aquella otra expresión, aquella mueca que a él no le causaba regocijo y que ella sólo hacía cuando él le dirigía preguntas como la que acaba de truncar ahora. La primera vez que vio aquella expresión en el rostro de su mujer fue lanoche que regresó a casa borracho y deseoso de ella pero la borrachera no lo dejó hacer nada. Tal vez por eso al hombre no le hacía gracia aquella mueca.
      —¿Conque se acabó ayer?
      —Ajá.
      La mujer se puso de pie y empezó a meterse el vestido por la cabeza. El hombre, todavía sentado sobre los sacos vacíos, derrotó su mirada y la fijó durante un rato en los agujeros de su camiseta.      Melodía, cansado ya de la insipidez del dedo, se decidió a llorar. El hombre lo miró y le preguntó a la mujer:
      —¿Tampoco hay na pal nene?
      —Sí. Conseguí unas hojitas de guanábana y le gua hacer un guarapillo horita.
      —¿Cuántos días va que no toma leche?
—¿Leche? —la mujer puso un poco de asombro inconsciente en la voz—. No me acuerdo.
      El hombre se levantó y sepuso los pantalones. Después se allegó a la puerta y miró hacia afuera. Le dijo a la mujer:
      —La marea ta alta. Hoy hay que dir en bote.
      Luego miró hacia arriba, hacia el puente y la carretera. Automóviles, guaguas y camiones pasaban en un desfile interminable. El hombre observó cómo desde casi todos los vehículos alguien miraba con extrañeza hacia la casucha enclavada en medio de aquelbrazo de mar: el “caño” sobre cuyas márgenes pantanosas había ido creciendo hacía años el arrabal. Ese alguien por lo general empezaba a mirar la casucha cuando el automóvil, la guagua o el camión llegaba a la mitad del puente, y después seguía mirando, volviendo gradualmente la cabeza hasta que el automóvil, la guagua o el camión tomaba la curva allá adelante y se perdía de vista. El hombre sellevó una mano desafiante a la entrepierna y masculló:
      —¡Pendejos!
      Poco después se metió en el bote y remó hasta la orilla. De la popa del bote a la puerta de la casa había una soga larga que permitía a quien quedara en la casa atraer nuevamente el bote hasta la puerta. De la casa a la orilla había también un puentecito de tablas, que se cubría con la marea alta.
Ya en tierra, el...
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