Juan El Busca

JUAN EL BUSCA 21/02/2013

La imaginación se desborda hechizada cuando pretende asir las esquivas palabras que rondan en la cabezajunto con un sinfín de ideas.
Generalmente la lucha termina en el hueco del olvido imposibilitando la expresión narrativa de lo esbozado.
¡Tener ideas hermosas y no encontrar las palabras adecuadaspara expresarlas por escrito, es no pensar, es enmudecer y terminar con las tripas revueltas!!!!
Se quejaba el pobre Juan sufriente y desesperanzado.
Para no darse por rendido intenta volcar en lapintura de cuadros la expresión de tantas inquietudes, sentimientos y sensaciones amasadas en esmerada cultura popular. Lo intenta con denuedo pero no se sabe si la inhabilidad de sus manos o lalimitación de recursos terminan por desalentarlo.
Es entonces cuando decide tomarse un descanso con la lectura de recomendados libros y viajes a remotos lugares del planeta.
En un paraje sin nombreencuentra un pedazo de leño, grotesco, de notables dimensiones y se dispuso a sacarle los pedazos inútiles, según su comentario, hasta que quedó algo parecido a un tótem sagrado para los habitantes delugar. Entusiasmado intenta la escultura, un desastre.
Esa “obra de arte” la regala al templo de la comunidad.
Siente en todo el cuerpo la extraña sensación de que regresa al principio, a la locura,¿dónde está el camino?, mordía entre los dientes.
Tal vez por casualidad mantuvo una charla con un monje llegando a la conclusión de que la experiencia salvadora era “no hacer nada”, “poner la mente enblanco”, “dejarse fluir…” y entonar “hom, hom,…” con constancia y laxitud.
A partir de ese día cambiaron significativamente sus actitudes cotidianas. Ya no se levantaba a las seis de la mañana, casino hablaba, salía de su habitación para lo imprescindible ir al baño o a la cocina para comer. En eso también cambió mucho no aceptaba ningún alimento de animal muerto y por supuesto que vivo...