juan salvador aveota
Chapoteaba un pesquero a un kilmetro de la costa cuando, de pronto, rasg el aire la voz llamando a laBandada de la Comida y una multitud de mil gaviotas se aglomer para regatear y luchar por cada pizca de comida. Comenzaba otro da de ajetreos.
Pero alejado y solitario, ms all debarcas y playas, est practicando Juan Salvador Gaviota. A treinta metros de altura, baj sus pies palmeados, alz su pico, y se esforz por mantener en sus alas esa dolorosa ydifcil posicin requerida para lograr un vuelo pausado. Aminor su velocidad hasta que el viento no fue mas que un susurro en su cara, hasta que el ocano pareci detenerse all abajo.Entorn los ojos en feroz concentracin, contuvo el aliento, forz aquella torsin un... slo... centmetro... ms...
Encresprndonse sus plumas, se atasc y cay.
Las gaviotas, como esbien sabido, nunca se atascan, nunca se detienen. Detenerse en medio del vuelo es para ellas vergenza, y es deshonor.
Pero Juan Salvador Gaviota, sin avergonzarse, y al extenderotra vez sus alas en aquella temblorosa y ardua torsin -parando, parando, y atascndose de nuevo-, no era un pjaro cualquiera.
La mayora de las gaviotas no se molesta enaprender sino las normas de vuelo ms elementales: como ir y volver entre playa y comida. Para la mayora de las gaviotas, no es volar lo que importa, sino comer. Para esta gaviota, sinembargo, no era comer lo que le importaba, sino volar. Ms que nada en el mundo, Juan Salvador Gaviota amaba volar.
Este modo de pensar, descubri, no es la manera con que uno sehace popular entre los dems pjaros. Hasta sus padres se desilusionaron al ver a Juan pasarse das enteros, solo, haciendo cientos de planeos a baja altura, experimentando.
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