juarez

TODO HOMBRE ES COMO LA LUNA LLENA.
¡Ahora en nombre de Dios, arriba nosotros!

Ilumínate más, ciudad maldita.
Ilumina tus puertas y ventanas.
Ilumínate más, luz necesitas.
Guillermo Prieto.

El frío de esa noche le recordó el profundobarranco de su orfandad. De momento, aún en su adultez, las palabras se le confundían en su mente. Su lengua zapoteca lo traicionaba; era de comprenderse pues no dominó el castellano hasta los trece años. Y cada vez que exhumaba por algún motivo su pobreza infantil, se sentía inseguro, como si le mordieran parte de su personalidad de gentleman. Entonces redrojaba en su bolsillo y sacaba de sulevita un enorme reloj de plata, que simulaba una gigante luna llena tan como la verdadera.
El día en que el Congreso confirmó su elección como Presidente de la República, se apresuró a abonar su primer pago del reloj que nunca terminó de sufragar, y al que nunca usó como tal. Le puso la hora y fecha de ese tan notable acontecimiento y pidió al vendedor que le desarticulara la cuerda, para que lasmanecillas se quedaran estáticas en ese momento a esa hora y para siempre.
Acudía a su luna llena de bolsillo cuando las demás personas creían que el Señor Presidente tenía prisa y era necesario dejarlo solo, pero más aún en su desamparo de figura principal, su luna de talega era su compañera, como la luna llena de su infancia. Suspiraba hondo en la quietud de las noches o de las madrugadas yrezongaba para sí mismo.
-¡Todo hombre es como la luna llena!
Empaquetaba su reloj de nuevo en su levita negra, empuñaba su bastón zacatecano y cruzaba los larguísimos corredores del Palacio Nacional, llegaba a una pequeña e insignificante puerta lateral, desembuchacaba su monumental llave de cobre y salía. Caminaba hasta la lejana esquina, donde daba algunos giros concéntricos que denotabanintencionalmente cierto extravío, daba vuelta a la izquierda y desaparecía ¡rara avis! en los portales de una antiquísima casona. Ahí lo esperaba Doña Aurora de Belem, una ramera de Chihuahua. Lo bastante cerca para que caliente, lo bastante lejos para que no queme. Era feo al fin para la puta, pero era el Presidente de la República. El Jefe del Ejecutivo también tenía sangre ígnea.
Y no causa miinquietud,
que mi mano entumecida
resbale en el ataúd;
es que le falta a mi vida
la aureola de tu virtud.
Guillermo Prieto.

La República se tambaleaba. Después del 5 de Mayo el Sr. Presidente pensó equivocadamente que los franchutes se retiraban para volver negociando, pero no fue así, cambiaron de Mariscal, serejuntaron, recibieron refuerzos y estaban de nuevo a las puertas de Puebla.
¡Ah!, pero que gloriosa aquella fecha anterior ¡Cinco de Mayo!, el país entero vibró por la victoria no esperada. Un rayo de luz en la tormenta. Corrían historias de zuavos caídos al pie de los reductos de Loreto y Guadalupe, contradicción y una blasfemia para la Patrona. Con el tiro en la frente, justo debajo de la carlottecolorada que les servía a los nuestros para apuntar. Los rifleros de San Luis fusilando como pajaritos a los cazadores de África. Franchutes dejando la bayoneta porque se les dañaban sus tiernos pies descalzos, entre las piedras y nopales de la Patria. Los machetazos, pedradas y marrazos de los zacatecanos al pie de Loreto. Zaragoza en su caballo retinto, al frente, en la primera línea, comiendoplomazos con su cara de pulcro profesor de instituto y sin la inclinación a la locura inherente de la vida militar.
El otrora ministro de Guerra y Marina nacido en Texas [cuando Texas era nuestra], corría presto sin aliento como si él mismo fuera el rocinante, serio y sin el tiempo necesario para soterrar a su esposa. No era la historia de sus éxitos, sino la de sus sufrimientos la que merecía...