JUEGO DE TRONOS
Juego de tronos (fragmento)
GEORGE R.R. MARTIN
BRAN
El día había amanecido fresco y despejado, con un frío vivificante que señalaba el final del
verano. Se pusieron en marcha con la aurora para ver la decapitación de un hombre. Eran veinte en
total, y Bran cabalgaba entre ellos, nervioso y emocionado. Era la primera vez que lo consideraban
suficientemente mayorpara acompañar a su padre y a sus hermanos a presenciar la justicia del rey.
Corría el noveno año de verano, y el séptimo de la vida de Bran.
Habían sacado al hombre de un pequeño fortín de las colinas. Robb creía que se trataba de un
salvaje, que había puesto su espada al servicio de Mance Rayder, el Rey-más-allá-del-Muro. A Bran se le ponía la carne de gallina sólo con pensarlo. Recordaba muybien las historias que la Vieja Tata les había contado junto a la chimenea. Los salvajes eran crueles, les decía, esclavistas, asesinos y
ladrones. Se apareaban con gigantes y con espíritus malignos, se llevaban a los niños de las cunas en
mitad de la noche y bebían sangre en cuernos pulidos. Y sus mujeres yacían con los Otros durante la
Larga Noche, para dar a luz espantosos hijos mediohumanos.
Pero el hombre que vieron atado de pies y manos al muro del fortín, esperando la justicia del
rey, era viejo y huesudo, poco más alto que Robb. Había perdido en alguna helada las dos orejas y un dedo, y vestía todo de negro, como un hermano de la Guardia de la Noche, aunque las pieles que
llevaba estaban sucias y hechas jirones.
El aliento del hombre y el caballo se entremezclaban en nubesde vapor en la fría mañana
cuando su señor padre hizo que cortaran las ligaduras que ataban al hombre al muro y lo arrastraran
ante él. Robb y Jon permanecieron montados, muy quietos y erguidos, mientras Bran, a lomos de su
poni, intentaba aparentar que tenía más de siete años y que no era la primera vez que veía algo así.
Una brisa ligera sopló por la puerta del fortín. En lo alto ondeaba elestandarte de los Stark de
Invernalia: un lobo huargo corriendo sobre un campo color blanco hielo.
El padre de Bran se erguía solemne a lomos de su caballo, con el largo pelo castaño agitado
por el viento. Llevaba la barba muy corta, salpicada de canas, que le hacían parecer más viejo de los
treinta y cinco años que tenía. Aquel día tenía una expresión adusta y no se parecía en nada al hombreque por las noches se sentaba junto al. fuego y hablaba con voz suave de la edad de los héroes y los niños del bosque. Bran pensó que se había quitado la cara de padre y se había puesto la de Lord Stark de Invernalia.
En aquella mañana fría hubo preguntas y respuestas, pero más adelante Eran no recordaría
gran cosa de lo que allí se había dicho. Al final, su señor padre dio una orden, y dos delos guardias
arrastraron al hombre harapiento hasta un tocón de tamarindo en el centro de la plaza. Lo obligaron a
apoyar la cabeza en la dura madera negra. Lord Stark desmontó y Theon Greyjoy, su pupilo, le llevó la espada. Se llamaba Hielo. Era tan ancha como la mano de un hombre y en posición vertical era incluso más alta que Robb. La hoja era de acero valyriano, forjada con encantamientos ynegra como el humo.
Nada tenía un filo comparable al acero valyriano.
Su padre se quitó los guantes y se los tendió a Jory Cassel, el capitán de la guardia de su casa.
Blandió a Hielo con ambas manos.
—En nombre de Robert de la Casa Baratheon, el primero de su nombre, rey de los ándalos y
los rhoynar y los primeros hombres, señor de los Siete Reinos y Protector del Reino; y por orden deEddard de la Casa Stark, señor de Invernalia y Guardián del Norte, te sentencio a muerte.
Alzó el espadón por encima de su cabeza.
—Mantén controlado al poni —le dijo a Bran Jon Nieve, su hermano bastardo, acercándose a
él—. Y no apartes la mirada. Padre se dará cuenta.
Bran mantuvo controlado al poni y no apartó la mirada.
Su padre le cortó la cabeza al hombre de un golpe, firme y seguro. La...
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