JUEGOS DEL HAMBRE

Páginas: 18 (4298 palabras) Publicado: 24 de marzo de 2014
Después de un par de horas, llego a una casa vieja cerca de la orilla del lago. Tal vez "casa" sea de¬ma¬si¬ado nombre para ella. Sólo es una ha¬bi¬ta¬ci¬ón, de unos siete metros cuadra-dos. Mi padre pensaba que hace mucho tiempo aquí había muchos edi¬fi¬ci¬os aún puedes ver algunos de los ci¬mi¬en¬tos y la gente venía a ellos a jugar y pescar en el lago. Esta casa duró más que las otras porqueestá hecha de cemento. Suelo, techo, tejado. Sólo per¬ma¬ne¬ce una de las cuatro ventanas de vidrio, on¬du¬la¬da y ama¬ril¬le¬ada por el tiempo. No hay ca¬ñe¬rí¬as ni elec¬t¬ri¬ci¬dad, pero la chimenea aún funciona y hay una pila de madera en la esquina que mi padre y yo re¬co¬gi¬mos hace años. En¬ci¬en¬do un fuego pequeño, contando con la niebla para ocultar cu¬al¬qu¬i¬er humo delator.Mi¬en¬t¬ras prende la llama, barro hacia fuera la nieve que se ha acu¬mu¬la¬do bajo las ventanas vacías, usando una escoba de ramas que mi padre me hizo cuando tenía unos ocho años y jugaba aquí a las casitas. Después me siento en el pequeño hogar de cemento, des¬con¬ge¬lán¬do¬me junto al fuego y es¬pe¬ran¬do a Gale. Es un tiempo sor¬p¬ren¬den¬te¬men¬te corto hasta que aparece. Un arco colgando del hombro, unpavo salvaje muerto que se debe de haber en¬con¬t¬ra¬do por el camino colgando del cinturón. Se queda de pie en el umbral como si dudara entrar o no. Sostiene la bolsa de comida sin abrir, el termo, los guantes de Pinna. Regalos que no aceptará por su ira hacia mí. Sé exac-ta¬men¬te cómo se siente. ¿No le hice yo lo mismo a mi madre? Lo miro a los ojos. Su tem¬pe¬ra¬men¬to no puede ocultarcom¬p¬le¬ta¬men¬te el dolor, el sen¬ti-mi¬en¬to de traición que siente por mi com¬p¬ro¬mi¬so con Peseta. Esta será mi última oportuna-dad, este en¬cu¬en¬t¬ro de hoy, de no perder a Gale para si¬em¬p¬re. Pod¬ría lle¬var¬me ho¬ras el in-ten¬tar ex¬p¬li¬car¬me, e in¬c¬lu¬so en¬ton¬ces ha¬cer que me rec¬ha¬za¬ra. En vez de el¬lo voy di¬rec¬ta al co¬ra¬zón de mi de¬fen¬sa. El Pre¬si¬den¬te Snow ame¬na¬zóper¬so¬nal¬men¬te con ha¬cer que te ma¬ta¬ran. Di¬go. Gale al¬za le¬ve¬men¬te las ce¬j¬as, pe¬ro no hay mu¬es¬t¬ra re¬al de mi¬edo ni asom¬b¬ro. ¿Algu¬i¬en más? Bueno, en re¬ali¬dad no me dio una co¬pia de la lis¬ta. Pe¬ro no se¬ría er¬ró¬neo su¬po¬ner que in-c¬lu¬ye a nu¬es¬t¬ras dos fa¬mi¬li¬as. Es bas¬tan¬te para tra¬er¬lo hasta el fuego. Se agac¬ha an¬te el hogar para ca¬len¬tar¬se. ¿A no ser qué? Ano ser que na¬da, aho¬ra. Di¬go. Ob¬vi¬amen¬te es¬to re¬qu¬i¬ere más ex¬p¬li¬ca¬ci¬ón, pe¬ro no ten-go ni idea de por dón¬de em¬pe¬zar, así que me li¬mi¬to a es¬tar ahí sen¬ta¬da mi¬ran¬do el fuego con pe¬si¬mis¬mo. Después de un mi¬nu¬to de es¬to, Gale rom¬pe el si¬len¬cio. Bueno, gra¬ci¬as por el avi¬so. Me gi¬ro hacia él, lis¬ta para es¬pe¬tar¬le al¬go, pe¬ro veo el bril¬lo en su ojo. Me odiopor son¬re-ír. Este no es un mo¬men¬to di¬ver¬ti¬do, pe¬ro su¬pon¬go que es muc¬ho para de¬j¬ar¬le ca¬er de pron-to. Todos va¬mos a ser des¬t¬ru¬idos sin re¬me¬dio. Tengo un plan, sa¬bes. Sí, me apu¬es¬to a que es una ma¬ra¬vil¬la. Di¬ce. Me lan¬za los guantes sob¬re el re¬ga¬zo. Aquí. No qu¬i¬ero los guantes vi¬e¬j¬os de tu pro¬me¬ti¬do. No es mi pro¬me¬ti¬do. Eso só¬lo es par¬te de laac¬tu¬aci¬ón. Y es¬tos no son sus guantes. Eran de Pinna. Devuélvemelos en¬ton¬ces. Di¬ce. Se po¬ne los guantes, fle¬xi¬ona los de¬dos, y asi¬en¬te con ap-ro¬ba¬ci¬ón. Por lo me¬nos mo¬ri¬ré có¬mo¬do. Eso es op¬ti¬mis¬ta. Por su¬pu¬es¬to, no sa¬bes lo que ha pa¬sa¬do. Veámoslo. Decido em¬pe¬zar con la noc¬he en que Pe¬eta y yo fu¬imos co¬ro¬na¬dos ven¬ce¬do¬res de los Ju-egos del Ham¬b¬re, y Hay¬mitch me avi¬sóde la fu¬ria del Ca¬pi¬to¬lio. Le cu¬en¬to la in¬qu¬i¬etud que me ha em¬bar¬ga¬do des¬de que vol¬ví a casa, la vi¬si¬ta a casa del Pre¬si¬den¬te Snow, los ase¬si¬na¬tos en el Dis¬t¬ri¬to 11, la ten¬si¬ón en las muc¬he¬dum¬b¬res, el úl¬ti¬mo in¬ten¬to del com¬p¬ro¬mi¬so, la in¬di-ca¬ci¬ón del pre¬si¬den¬te de que no ha¬bía si¬do su¬fi¬ci¬en¬te, mi cer¬te¬za de que de¬be¬ré pa¬gar. Gale...
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