juju
Todos observan expectantes y tensos la escena. Me dirijo a los cuatro hombres, algo menos crispados tras la explicación.
—Bien, ¿dónde está Bill Peach? —pregunto.
—En sudespacho —dice Dempsey.
—Muy bien. ¿Quiere, por favor, decirle que en un minuto estaré con él?
Dempsey corre hacia las oficinas mientras yo intento hacerme con la situación aclarando las cosascon Martínez —el enlace sindical— y con el operario que es, precisamente, el que ha tenido el
problema con Peach. Les digo que sólo hay un malentendido y un cierto nerviosismo mal expresado y
lesprometo que no habrá despidos ni suspensiones de sueldo ni nada de nada. Aunque más calmados, ni Martínez ni el operario parecen satisfechos del todo y llegan a pedir una disculpa de Peach,
pretensiónque, naturalmente, yo no acepto. Sé que ninguno de ellos puede declarar una huelga por sí
Mismo y que todo esto no va a pasar de una protesta del
Sindicato, que no me preocupa. Como ellos tambiénlo saben, aceptan volver a la fábrica.
— Que vuelvan al trabajo — le digo a Ray.
— De acuerdo, pero... ¿a qué trabajo, al que teníamos preparado o al que quiere Peach?
— Al de Peach.
— Bueno,pero vamos a desperdiciar el tiempo que hemos utilizado para preparar la máquina.
Ray y yo estamos seguros de que los dos sabemos el principio y el final de esta conversación, pero la
mantenemospara estar seguros de que lo sabemos. Nos estamos ofreciendo nuestra mutua
Solidaridad.
— Pues se desperdicia. Ray, no sé cuál es la situación, pero si interviene Bill es porque existe unaurgencia especial que no podemos ignorar, ¿no te parece?
— Claro, claro. Sólo quería saber lo que tengo que hacer.
— Sé que te han pillado en medio de todo este lío — le digo, mostrándole una ciertacomplicidad para que se sienta mejor— , pero ahora vamos a ver si preparamos la máquina y hacemos la parte que falta del pedido.
— Muy bien.
Al dejar a Ray me cruzo con Dempsey, que camina...
Regístrate para leer el documento completo.