Jules y Jim
El alcohol desapareció por completo y resultó ser una desmedida dosis de sedante en el cuerpo de Agustín. Dejandoloasí, inconsciente del mundo exterior, limitando a regresar la cinta una y otra vez, sin escuchar realmente lo que decía. Horas pasaron, hasta que dejó de repetirla porque ya estaba grabada en su mente; ycómo no, desde semanas atrás se había estado atormentando con aquellas palabras; porque nunca en su vida su nombre había parecido como el sinónimo del mismísimo diablo, nunca el tiempo había parecidotan largo como el de una sola inquisición y nunca, nunca, lo aparentemente inminente, había carecido de fecha a realizar.
Con todavía más desconcierto que miedo, Agustín se sentó en el sillóncontinuo a la estantería para considerar sus posibilidades de supervivencia. Pero ni siquiera podía crear puntos concretos, su mente decía miles de cosas a la vez y sólo concluían en frases como Alfredo noregresara., Los perros, son, son demasiado grandes., La cinta, esta semana, me van a matar. Si tuviese el valor, me enfrentaría a Jules y a Jim, pero estoy ebrio, carajo, y lo ebrio no me quita locobarde., decía. Entonces comenzó a lloriquear porque al recordar su cobardía, recordó también a su padre, al que siempre le tuvo miedo.
Su padre, un señor grueso en voz y en cuerpo, era unimportante regidor en los grandes puestos de Buenos Aires, o al menos eso decía ser, porque su padre tendía a ser egocéntrico. Solía repetirle a Agustín sus constantes miedos y que con ellos, no llegaría a...
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