Julio Verne

UN VIAJE EN EL ESPACIO Y EN EL TIEMPO:
“LA VUELTA AL MUNDO EN 80 DÍAS”







Juan Fernández-Mayoralas Palomeque
(Tiempo y Tierra, nº2, Madrid 1996, págs. 33-54)














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INTRODUCCIÓN
(No hace falta leerla para hacer el trabajo)

El uso de la obra literaria como documento para el análisis histórico, aunquerespaldado por una tradición tan antigua y venerable como la propia Clío, no parece estar hoy de moda ni en la investigación, ni en la docencia. La alarmante escasez de literatura en las bibliografías universitarias -compuestas casi exclusivamente de ensayos historiográficos- es un elocuente testimonio de este olvido, del que adolece también la enseñanza secundaria. Por otro lado, la tendencia general delas “ediciones críticas” es la de reducir el comentario histórico de la obra a una breve introducción, que sirve de marco a la vida del escritor, y unas cuantas notas a píe de página, para aclarar las alusiones a acontecimientos o personajes históricos. La atención se concentra en aspectos psicológicos y estilísticos, y aunque también este enfoque esté justificado por su carácter literario, amenudo limita sus resultados: por ejemplo, cuando se empeña en rastrear en los vericuetos de la biografía del autor la explicación de rasgos de su obra que el historiador reconoce propios de la época.
En los últimos años, el éxito popular de la novela histórica ha atraído hacia este género la atención del público y las editoriales. Libros como “El nombre de la Rosa” o “Yo, Claudio” han inspiradouna larga serie de imitaciones (como las novelas de detectives ambientadas en tiempos remotos, o las colecciones de falsas autobiografías), que raramente alcanzan la altura de sus modelos. Pero, incluso en el mejor de los casos, y aún reconociendo sus ventajas didácticas, este género mixto no podrá nunca usurpar el puesto que legítimamente le corresponde a la producción literaria de una época comofuente directa para su análisis historiográfico.
Por otra parte, una utilización óptima de la literatura por parte del historiador implica una selección de títulos que atienda a criterios propios, y no, como suele ocurrir, exclusivamente literarios: no siempre son el genio o la obra maestra los más aptos para el análisis histórico. Incluso es frecuente el caso contrario: personalidadesexcepcionales, que poco tenían que ver con sus contemporáneos; obras más preocupadas por el estilo que por la descripción de la época. La novela que vamos a analizar satisface más las premisas historiográficas que los criterios de calidad literaria al uso: ni “La vuelta al mundo en 80 días”, ni su prolífico autor, Jules Verne, tienen hoy sitio en los manuales de literatura, relegados como están al limbo delos “clásicos juveniles” (otra cuestión es si esta condena es justa: la crítica literaria no es inmune a las modas). Para el historiador, en cambio, esta narración amena y de apariencia sencilla puede ser un valioso instrumento para conocer y enseñar la historia contemporánea.
Jules Verne reúne dos condiciones aparentemente contradictorias que atraen la atención del historiador: su vastoconocimiento de los tópicos contemporáneos y su original percepción de la historia. La razón de la primera puede estar en la fuente documental de sus libros: la prensa. El periodismo vivía en tiempos de Verne una verdadera edad de oro. Muchos de sus libros están protagonizados por reporteros, y las noticias suelen desempeñar un papel importante en sus argumentos: en “La vuelta al mundo en 80 días” esprecisamente un artículo el que proporciona el cálculo de los 80 días que inspira la apuesta.
Reconocemos el reflejo del autor en su personaje, Phileas Fogg, el “hombre que mejor conocía el mapa del mundo”, y cuya principal afición, aparte del whist, era la lectura de la prensa. Y aunque la biografía del escritor contenta más viajes de los que le atribuye la persistente leyenda de sedentario...