Katherine

Miedo, eso es exactamente lo que sentía, estaba a punto de enfrentarme a mi mayor temor, él o ella era la razón de mi educación que mayoritariamente se basaba en obedecer, servir y complacer. En este mismo momento solo me separaba un puerta de esa persona, y lo único en lo que podía pensar era en que tenía de especial yo. Mis ojos ardían.

Todo había sucedido demasiado deprisa, unos díasdespués de mi decimoseptimo cumpleaños me habían avisado de que debía abandonar la casa en menos de veinticuato horas. Me quedé helada, diecisiete años de obedecer a una cuidadora de la cual no sabía ni su nombre, de aceptar que solo debía obedecer, servir y complacer,de no poder hablar con nadie fuera de la casa, de no tener amigos y todo se acababa, debía resignarme como siempre y aceptar mi destino.En aquella gigantesca mansión me habían enseñado todo tipo de cosas, etiqueta, más de veinte idiomas, arte, baile y a petición mia tocar el violín, el piano y el arpa, ademas de toda clase materias.

Solo me vestí con la ropa que habían elegido para mi, un vestido sin tirantes blanco, con un dibujo floral azul marino que resaltaba mis ojos, y unas bailarinas, mire mi reflejo en el espejo, mipelo estaba brillante y muy largo, la puntas se iban volviendo de un color dorado, mis ojos eran de un color azul cobalto, y mi piel era extremadamente pálida, y ni complexión delgada, me molestaba mi estatura, solo medía un metro cienta y siete. Miré por última vez mi habitación, esta era completamente blanca, no me llevaría nada a mi futuro hogar, si se le podía llamar asi.

Sali de la casa yme subí al coche negro que me esperaba. Cerre los ojos mientras contaba los minutos que pasaban, esperaba que mi nuevo hogar fuera más acogedor, y por lo menos poder sentirme apreciada.

Al cabo de veintiseis minutos el coche se detuvo enfrente de una mansión victoriana.

Baje lentamente mientras obserbaba las paredes gris ceniza, y los tejados negros.

Me tranquicé y mis ojos dejaron dearder.

Decidida llame a una de las dos puertas de roble oscuro, cogí el pomo lo giré, y me enfrenté a lo que me esperara en esa hermosa y siniestra mansión.

Se podría decir que este sería el primer día de mi vida.
Me sorprendí, me encontraba en el vestíbulo, este estaba decorado con cuatro butacas de cuero negro, un espejo en una pared, estas eran blancas, y el suelo era de roble oscuro,en frente mío había unas escaleras, y a los laterales había puertas doble que supuse que darían a otras salas. De repente escuché un grito agudo, y una chica bajo rápidamente las escaleras, se paró en frente de mi, parecía emocionada, sus ojos eran muy grandes y de un color esmeralda qué no pasaban desapercibidos, su pelo le llegaba hasta lo hombros, tenía unos rizos negros de gran volumen, mesacaba una cabeza, y su complexión era delgada. Llevaba pueto unos vaqueros pitillo, una blusa blanca y unas bailarinas negras.

-¡Parece una muñeca!-. Exclamó, no sabía si sentirme halagada, me cogió de las manos y me arrastró hasta las escaleras, tenía una gran fuerza, me detuvé un segundo y le dije con una sonrisa.

-Encantada mi nombre es Katherine.

-Que desconsiderada soy, mi nombre esAbigail, encantada de conocerte, vamos a presentarte a los demás. 

Un momento, pensé que sólo serviría a una persona, supongo que es por ello que he de tener todo tipo de temas de conversación y saber más de un idioma. Llegamos a la segunda planta, Abigail me condujó hasta un salón con un par de sillones de tres y dos plazas, una butaca de piel blanca, una bonits lámpara de araña, una televisiónenorme, la pared y el suelo eran iguales a las de vestíblo.

En los sillones estaban sentados tres chicos y una chica, Abigail me hizó sentarme en la butaca, uno de los chicos llebaba unas gafas de montura negra, era pelirrojo, sus ojos eran grises, llevaba una sudadera a juego con sus ojos, unos pantalones negros, y unas deportivas blancas.

-Me llamo Alexander, llámame Alex-. Se presentó...