kevin
Retrocedamos a un mundo tan antiguo que la ciencia no llega a él y la que dice que llega no nos convence, pues su tesis y conjeturas nos parecen tanaleatorias y evanescentes como la fantasía y la ficción.
Se diría que el tiempo no existe todavía. Todas las referencias que puntúan su trayectoria aún no han aparecido yquienes viven inmersos en él carecen de la conciencia del transcurrir, del pasado y del futuro e incluso de la muerte, a tal extremo, se hallan prisioneros de un continuo presente queles impide ver el antes y el después. El presente los absorbe de tal manera en su afán de sobrevivir en esa inmensidad que los circunda que sólo el ahora, el instante mismoen que se está, consume su existencia. El hombre ya no es un animal, pero resultaría exagerado llamarlo humano todavía. Está erecto sobre sus extremidades traseras y hacomenzado a emitir sonidos, gruñidos, silbidos, aullidos, acompañados de una gesticulación y unas muecas que son las bases elementales de una comunicación con la horda de la que formaparte y que ha surgido gracias a ese instinto animal que, por el momento,, le enseña lo más importante que necesita saber: qué es imprescindible para poder sobrevivir a lamiríada de amenazas y peligros que lo rodean en ese mundo donde todo – la fiera, el rayo, el agua, la sequía, la serpiente, el insecto, la noche, el hambre, la enfermedad y otrosbípedos como él- parece conjurado para exterminarlo.
El instinto de supervivencia lo ha hecho integrarse a la horda con la que puede defenderse mejor que librado a su propiasuerte. Pero esa horda no es una sociedad, está más cerca de la manada, la jauría, el enjambre o la piara que de lo que, al cabo de los siglos, llamaremos una comunidad humana.
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