kgugiug

yfupdutdtfufñi8y9u7t9uyugñiygiu tvi

listas estaba en su apogeo, con México como experimento confirmador del fin de una teoría económica. Hay quienes critican laprivatización en el sexenio de Salinas sin conocer el precedente directo que es la nacionalización, otorgando un análisis carente de argumentación histórica. Hay quienes dicenque López Portillo fue el punto máximo del autoritarismo priísta, sin conocer el contenido de la reforma política que él mismo impulsó.

A 30 años de este evento, lahistoria no ha terminado. José Andrés de Oteyza (actual director de OHL México, transnacional española favorita del GDF para sus obras y quien fuera director de la extintaSecretaría de Patrimonio y Fomento Industrial) aún no ha expresado su “verdad”; José Ramón López Portillo “el orgullo del nepotismo” del presidente sigue “exiliado” en Oxford;Jorge Díaz Serrano (q. e. p. d.) fue desaforado y encarcelado por cinco años, después de los cuales nunca pudo recuperar su reputación; Manuel Espinosa Yglesias, AgustínLegorreta y los demás banqueros nunca pudieron recuperar bienes privados de valor después de la expropiación, y la lista podría seguir.

Pienso que es momento de revisitareste evento. Como hace tres décadas, las expropiaciones están de moda y la banca mexicana está volviéndose a comportar irresponsablemente, contribuyendo de manera fundamentalal lavado de dinero. La situación política, económica y social es diferente, pero las lecciones aprendidas son las mismas. La invitación a investigar más de este evento seextiende a todos, y es responsabilidad urgente de los economistas de nuestra universidad. Para no ser como López Portillo, hay que saber qué hizo López Portillo.