Khan
En la época de la Revolución francesa se creía que las instituciones depequeñas ciudades independientes, tales como Esparta y Roma, podían aplicarse a nuestras grandes naciones de treinta a cuarenta millones de almas.
La división de Europa es demasiadogrande para que una tentativa de dominación universal no provoque muy rápidamente una coalición que haga volver a entrar a la nación ambiciosa en sus confines naturales.
Las naciones,entendidas de este modo, son algo bastante nuevo en la historia. La antigüedad no las conoció; Egipto, China, la antigua Caldea no fueron naciones en ningún grado. Eran multitudes guiadaspor un hijo del Sol o un hijo del Cielo. No hubo ciudadanos egipcios así como no hay ciudadanos chinos.
La nación moderna, es, pues, un resultado histórico producido por una serie dehechos que convergen en el mismo sentido.
No debe parecernos mal que se nos imite. Nuestro es el principio de las naciones.
Los asuntos del mundo no se zanjan a través de esta especiede razonamientos; pero los hombres cuidadosos quieren introducir en estas materias alguna racionalidad y desenredar las confusiones en que se embrollan los espíritus superficiales.
Sise da crédito a ciertos teóricos políticos, una nación es ante todo una dinastía, que representa una antigua conquista, aceptada primeramente y después olvidada por la masa del pueblo.
Regístrate para leer el documento completo.