King Stephen El Gato Del Infierno

Páginas: 23 (5715 palabras) Publicado: 23 de junio de 2015
STEPHEN

KING
El gato del infierno

(Título original: “The Cat From Hell”, publicado originalmente en Cavallier, 1977 y luego
—con correcciones— en Tales of Unknown Horror, 1978. Traducción de Gabriel Vaianella)

Halston pensó que el viejo en la silla de ruedas se veía enfermo, aterrorizado y listo
para morir. Tenía experiencia en ver tales cosas. La muerte era el negocio de Halston; se
la habíabrindado a dieciocho hombres y seis mujeres en su carrera como asesino
independiente. Conocía el aspecto de la muerte.
La casa —la mansión, en realidad— era fría y silenciosa. Los únicos sonidos eran el
bajo crujido del fuego en el gran hogar de piedra y el bajo gemir del viento de
noviembre afuera.
“Quiero que cometa un asesinato”, dijo el viejo. Su voz era trémula y alta,
malhumorada. “Entiendoque eso es lo que hace”.
“¿Con quién habló?”, preguntó Halston.
“Con un hombre llamado Saul Loggia. Dice que lo conoce”.
Halston asintió. Si Loggia era el intermediario, estaba todo bien. Y si había un
micrófono en la habitación, cualquier cosa que el viejo —Drogan— dijera quedaría
registrado.
“¿A quién quiere matar?”.
Drogan presionó el botón de la consola construida en el brazo de su silla deruedas y
ésta avanzó zumbando. De cerca, Halston pudo oler los amarillos aromas del miedo, la
rabia y la orina, todos mezclados. Le repugnaron, pero no hizo ninguna señal. Su rostro
estaba inmóvil y sereno.
“Su víctima está justo detrás suyo”, dijo Drogan suavemente.
Halston se movió rápidamente. Sus reflejos eran su vida y siempre estaban en un
alfiler puntiagudo. Saltó del sofá, cayó en unarodilla, se dio la vuelta, la mano dentro de
su abrigo deportivo hecho a medida, empuñando el híbrido calibre .45 de cañón corto
que pendía bajo su axila en una pistolera con resorte que ponía el arma en su palma con
sólo un toque. Un momento después estaba afuera y apuntando a... un gato.
Por un momento, Halston y el gato se observaron el uno al otro. Fue un momento
extraño para Halston, que era unhombre sin imaginación y sin supersticiones. Durante
ese único momento, arrodillado en el piso con el arma apuntando, sintió que conocía al
gato, aunque si alguna vez hubiera visto uno con rasgos tan inusuales seguramente lo
recordaría.
Su cara era una división perfecta: mitad negra, mitad blanca. La línea divisoria iba
desde la cima de su cráneo plano directamente hasta su boca, pasando por suhocico.
Sus ojos era enormes en la penumbra, y atrapado en cada pupila negra y casi circular
había un prisma de lumbre, como un tétrico carbón de odio.
Y el pensamiento se repitió como un eco en Halston: Nos conocemos, tú y yo.
Luego pasó. Apartó el arma y se paró. “Debería matarlo a usted por esto, viejo. No
soporto una broma”.
“Y yo no las hago”, dijo Drogan. “Siéntese. Mire aquí dentro”. Habíasacado un
sobre grueso de debajo de la sábana que cubría sus piernas.
Halston se sentó. El gato, que había estado agazapado en el respaldo del sofá, saltó
ágilmente a su falda. Miró a Halston por un momento con esos enormes ojos oscuros,
las pupilas rodeadas por finos anillos verde-dorados, y luego se calmó y comenzó a
ronronear
Halston miró a Drogan interrogativamente.
“Es muy amigable”, dijo Drogan.“Al principio. El lindo y amigable minino ha
asesinado a tres personas en esta casa. Eso me deja sólo a mí. Soy viejo, estoy
enfermo... pero prefiero morir en mi propio tiempo”.
“No puedo creerlo”, dijo Halston. “¿Me contrató para matar a un gato?”.
“Mire en el sobre, por favor”.

Halston lo hizo. Estaba lleno de billetes de cien y de cincuenta, todos viejos.
“¿Cuánto es?”.
“Seis mil dólares.Habrá otros seis mil cuando me traiga pruebas de que el gato está
muerto. El señor Loggia dijo que doce mil era su honorario habitual”.
Halston asintió, su mano apretando automáticamente al gato en su falda. Estaba
dormido, aún ronroneando. A Halston le gustaban los gatos. Eran los únicos animales
que le gustaban, de hecho. Se las arreglaban solos. Dios —si existía uno— los había
hecho máquinas de...
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