Klaine
“los muchachos no lloran, eso es cosa de nenas”.
La voz de su padre retumbó haciendo eco en su pequeñacabeza de cabellos crispados.
Blaine comenzó a llorar con más fuerza.
Se sentó en el césped alrededor de aquel inmenso roble, en el suelo, en medio de raíces y hojas secas, Blaine escondió su rostro entre sus piernas y siguió llorando….
No muy lejos de ahí, otro muchacho corría con irritación persiguiendo las palomas que solían apropiarse del camino para picotear una que otra migaja que lostranseúntes del parque dejaban caer a su paso.
— ¡Palomas sucias! — Gritaba cuando pasaba corriendo, obligando a las palomas a alzar el vuelo. — ¡Ensucian todo! — Gruñó el menor.
— Deja a las palomas en paz, Kurt.
— ¡Pero papá! — Se defendió el niño. — ¡Ensucian mi ropa! — Finalizó cruzándose de brazos.
El padre del menor rió ante aquel comentario. Ya estaba acostumbrado a escuchar cosas así departe de su hijo. Le hacía recordar tanto a su difunta esposa. Que era feliz, sabiendo que su hijo era digno de su madre.
— Hagamos un trato… dejas en paz a las palomas y yo voy por helados.
Kurt no lo dudó dos veces y sonrió ampliamente. — ¡De Fresa!
El papá rió. — Espérame en aquel banco, regreso enseguida. — Finalizó sacudiéndole el pelo. Suspiró, el helado de Fresa también era elfavorito de su esposa.
Kurt, obediente corrió al banco de madera que quedaba por delante de un enorme e imponente roble y se sentó. Sus pies apenas podían tocar el suelo. Moviendo los pies como un niño suele hacerlo cuando está ansioso, esperó a su papá.
Las palomas volvieron a aparecer en medio del camino.
— ¡Suertudas! — Les sacó la lengua mientras volvía a cruzarse de brazos — Se lo prometí a mipapá.
Ignorando a las palomas Kurt siguió esperando a su padre. Era un domingo por la tarde, hacia mucho calor, pero aún así no había mucha gente recorriendo el lugar. De seguro, la mayoría debía de estar en las piscinas públicas o algo así. Pero Kurt, prefería mil veces espantar a las palomas que ir a compartir el agua de una piscina pública. Se estremeció de solo pensar cuantas personas entrabany salían de aquella agua.
Fue en ese instante que algo llamó la atención de Kurt.
Alguien estaba llorando.
Preocupado y en parte incitado por la curiosidad, Kurt se bajó del banco y buscó el origen de aquel lastimero sonido. Camino un poco hacia el roble, lo rodeó un poco y lo vio.
Kurt, se acercó despacio al muchacho que lloraba con la cabeza escondida. No lo quería asustar, más pensó quepodía estar perdido, solo lo quería ayudar.
— ¿Estás perdido? — Preguntó cuando se puso de cuclillas en frente del otro niño. Posó una de sus manos en uno de los brazos del otro muchacho. — Oye…
Sorprendido, Blaine alzó su vista empapada en llanto. Se ruborizó un poco de la situación, porque tampoco quería que nadie lo viera llorar. Menos otro niño que bien se podría burlar. Miró a Kurt condesdén y no le contestó.
Kurt pudo sentir el menosprecio del otro niño. Y el orgullo que tenía a sus cortos seis años, le hizo arrancar pasto del suelo y lanzárselo por la cabeza.
Blaine sorprendido se pasó rápidamente la manga de su chaleco por el rostro para quitarse todo rastro de lágrimas y antes de que Kurt lo previera, Blaine cogió tierra en su pequeño puño y se lo lanzó a Kurt. La cual cayófija en su ropa.
— ¡Ensuciaste mi ropa! — Exclamó Kurt ruborizado. Y rápidamente comenzó a sacudirla con sus pequeñas manos. — ¡Tonto!
— ¡Te lo mereces! ¡No soy tonto… ándate de aquí! — Le gritó Blaine en respuesta.
Pero Kurt no le hizo caso. Estaba aún pendiente de quitarse toda aquella tierra de sus ropas.
Blaine, irritado por aquel molesto invasor de su privacidad, volvió a coger tierra...
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