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Páginas: 507 (126510 palabras)
Publicado: 13 de abril de 2014
Adéntrate en la historia de Sam y Kate, de Michael
y Terry, un cuento de hadas que se convierte en
una pesadilla, una pesadilla que se convierte en un
cuento de hadas, dos amantes destinados a
reencontrarse a pesar de las trabas que les impone
la vida. Una novela en la que los príncipes azules
destiñen, pero las princesas también… ¿Teatreves
a descubrirla?
Megan Maxwell
Los príncipes azules
también destiñen
ePUB v1.0
27.5.13
2012, Megan Maxwell.
Diseño cubierta/Fotomontaje: Eva Olaya.
ePub base v2.1
Para mi madre, tías y primas, porque sé que esta
novela siempre les gustó. Y para todas aquellas
personas que siempre creyeron en las segundas
oportunidades. Un besazo.
Megan
Los príncipes azules…Capítulo 1
California 22 de mayo de 1995
¿Realmente existe el flechazo?
En el caso de Sam y Kate, lo sintieron en el momento
que sus miradas coincidieron una calurosa tarde de mayo,
mientras sonaba la música de los Beach Boys en la radio
de aquel bar de la playa de California.
Michael, el amigo de Sam, se dio cuenta de cómo este
miraba atontado a aquella muchacha rubia que había en el
grupo delfondo.
—¿Tiene un cuerpo bonito? —comentó Michael.
—Tiene más cosas de las que tú ves —respondió sin
poder dejar de mirarla.
—Sam… No me asustes… ¿qué te pasa?
—No lo sé, pero creo que me he enamorado.
—Dios mío —gritó Michael—. ¡Aire!… ¡aire! ¡A
Sam le falta aire!
—Calla, idiota —río al comprobar que aquella chica
le miraba también a él.
No podía apartar los ojos de aquella muchacha,era
preciosa. Tenía el cabello rubio brillante, y unos dulces
ojos verdes que le habían dejado sin aliento la primera
vez que le miró. Estaba encantadora con aquel peto
vaquero. Y la camiseta blanca hacía resaltar su tostada
piel.
—Es lo más bonito que he visto en mi vida —susurró
atontado.
—No está mal —reconoció Michael tras mirar a la
joven de larga cabellera rubia.
Al otro lado dela barra, Kate tampoco podía dejar de
mirar a aquel muchacho. No era la primera vez que lo
veía. Pero, al darse cuenta que él también la observaba, se
sintió torpe.
—Kate —preguntó Shalma—. ¿Ese no es el chico de
la playa?
—Sí, es él —respondió tras dar un trago de su CocaCola.
—Vaya… vaya, te come con la mirada.
—No es para tanto —respondió Kate, aunque sabía
que era cierto.
—Menos malchica. Un poco más, se acaba el curso, y
no se fija en ti.
Shalma tenía razón. Kate se había fijado en él al mes
de estar allí estudiando. Pero él siempre estaba
demasiado ocupado con sus amigos, el surf o las chicas,
como para mirar hacia otro lado. Pero hoy, sin saber por
qué, finalmente sus miradas se habían encontrado. Kate
bajaba muchas tardes a la playa y se sentaba en la arena aleer, y desde allí observaba a Sam hacer surf siempre
junto a su amigo. Aquel chico moreno que parecía su
sombra, aunque en realidad, no sabía exactamente quién
era sombra de quién. Lo cierto era que siempre estaban
juntos allá donde los vieras. Muchas veces, en especial si
el mar estaba más bravo, si te acercabas a la playa, les
podías ver haciendo surf. Se les daba bastante bien. Si lesobservabas el tiempo suficiente, comprobabas que sabían
muy bien lo que se hacían cuando se metían en el mar con
sus tablas.
A Kate le encantaba observarles. Eran atractivos, y
vestían con un aire desenfadado. Debían medir un metro
noventa, morenos de piel, y pelo negro como el azabache,
que siempre llevaban recogido en una coleta y, como
decía Shalma, con un cuerpo musculoso y atlético quequitaba el hipo. Sus sonrisas y aquel aire polinesio les
hacían especiales. Aunque quizá en el amigo de Sam, era
aún más latente que en él.
Kate, acalorada, dejó su vaso sobre la barra y fue al
servicio a echarse un poco de agua en la nuca. Estaba tan
nerviosa que las manos le sudaban. Al salir del baño oyó
cómo alguien se dirigía a ella.
—Hace calor ¿verdad?
—Sí —consiguió...
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