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“El barrio estaba ya aquí antes de que existiese esa mole gigante, inevitable [con 22 millones de pasajeros al año]. Estáclaro que ha de seguir pero cumpliendo normas de los vuelos, respetando la calidad de vida de los vecinos y las sentencias”, explica Catalina Amengual, la madre de Marga Mayol en el Hotel Balear,propiedad de la familia desde 1967, sito en el núcleo turístico de can Pastilla.
“Al aterrizar, los motores rugen menos, pero algunas veces, a las dos de la madrugada nos hemos despertado alterados por unvuelo bajo. Le vemos la panza muy cerca, crea un escándalo horrible, y nos deja sin habla. Entonces llamo a Emergencias 112 e insisto. Los últimos años ha sido efectivo, se han parado los problemas”,explica Amengual, que recuerda las pugnas legales y protestas, con una histórica manifestación de vecinos y comerciantes de su barrio que bloqueó la terminal del aeropuerto. Hace tres décadas —yahora— se choca por el uso por las aeronaves de la segunda pista del aeropuerto, una ampliación.
La familia Mayol se ha inquietado este invierno porque por la frecuencia de los vuelos ruidosos en estapista. Acudieron a asesorarse con el abogado Agustí Cerveró. “La incapacidad real para controlar los ruidos nace de la falta de medios y, sobre todo, de la ausencia de autoridad efectiva de la...
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