La ética en la plaza publica

La Ética en la Plaza Pública
Por F. Javier Peña
En cierto sentido, la ética es hoy un valor en alza. Hay una demanda generalizada de ética o, —para ser más exactos —, de moralidad: por todas partes se exigen, y se echan en falta, actitudes y comportamientos morales en los distintos campos de la vida social: en la política, en los negocios, en la actividad profesional, en la investigacióncientífica y sus aplicaciones, en la comunicación, etc.; y a esa preocupación moral le acompaña a su vez la demanda de reflexión y orientación sobre cuestiones morales: es decir, de ética propiamente dicha. Los numerosos simposios, seminarios, conferencias y publicaciones sobre el tema son buena muestra de lo importante que se considera hablar de ética en todos esos ámbitos y actividades sociales:ética de los negocios, ética de la ciencia, de la vida, del medio ambiente, de la sociedad civil...
Paradójicamente, este auge de la ética se debe en gran medida a que sociedades como la nuestra se encuentran  —en el doble sentido de hallarse objetivamente y de percibirse a sí mismas— desmoralizadas. Si se habla tanto de ética es justamente porque se la echa de menos.
¿Qué es lo que ocurre? Lacrítica comunitarista ha destacado la pérdida de referencias morales de los individuos contemporáneos en las sociedades liberales atomizadas, regidas por un individualismo radical, en las que sujetos desarraigados del contexto de tradiciones y creencias que proporcionaba antes la comunidad flotan en el vacío moral, sin saber a qué atenerse, movidos únicamente por impulsos emocionales. De otra parte,frente a este diagnóstico conservador, otros lamentan con nostalgia la pérdida de los valores que guiaban antaño la crítica de la sociedad burguesa y la búsqueda de la utopía, tras el derrumbe de los proyectos de transformación radical de la sociedad. Unos y otros, conservadores y progresistas, los que achacan la situación actual a la pérdida de la religión y de las tradiciones, y los que laatribuyen al olvido de la utopía revolucionaria, comparten el pesimismo ante las actuales circunstancias, y se duelen de la carencia de ética justamente cuando, aseguran, es más necesaria que nunca, en vista de la hondura de los problemas a los que se enfrentan las sociedades actuales —el equilibrio medioambiental, los problemas derivados del desarrollo de la tecnociencia, las manifestacionesdramáticas de la globalización, como las migraciones a gran escala, etc., que requerirían un rearme moral de nuestras sociedades, y tal vez una ética planetaria.
 
Es verdad que esta interpretación un tanto apocalíptica de la propia sociedad no es algo insólito; los más antiguos testimonios escritos conservados nos hablan ya de la corrupción de las costumbres en esa época y de la pérdida de losantiguos valores. Nada nuevo bajo el sol, en este aspecto. Y nada tampoco más errado que la creencia de que cualquier tiempo pasado fue mejor: toda sociedad, en cualquier época, crea y mantiene valores -modelos de conducta que considera preferibles, y por tanto valiosos, y en todas ellas se encuentran en crisis ciertos valores, porque la evolución social los pone en entredicho. Pero quizá sí hayalgo en las sociedades occidentales contemporáneas que puede considerarse como una novedad (una novedad relativa, de todos modos, porque ha ido gestándose a lo largo de ese dilatado período al que llamamos “Modernidad”); me refiero a la difusión generalizada del escepticismo moral, de la convicción de que la moralidad es imposible, y hasta quizá superflua, al menos en las relaciones sociales. (Puesse admite que la ética puede sobrevivir en el plano individual, como arte de lograr una vida feliz en el jardín privado: las reflexiones de los filósofos morales se codean en las librerías con los manuales de autoayuda).
 
Enseguida me referiré a lo que considero que está en la base de ese escepticismo. Pero antes quiero llamar la atención sobre el hecho paradójico de que esa convicción...