(Fragmento) Entre tanto el veloz Aquiles persegua y estrechaba sin cesar a Hctor. Como el perro va en el monte por valles y cuestas tras el cervatillo que levant de la cama, y, si ste se esconde, azorado, debajo de los arbustos, corre aqul rastreando hasta que nuevamente lo descubre de la misma manera, el Pelin, de pies ligeros, no perda de vista a Hctor. Cuantas veces el troyano intentabaencaminarse a las puertas Dardanias, al pie de las torres bien construidas, por si desde arriba le socorran disparando flechas otras tantas Aquiles, adelantndosele, lo apartaba hacia la llanura, y aqul volaba sin descanso cerca de la ciudad. Como en sueos ni el que persigue puede alcanzar al perseguido, ni ste huir de aqul de igual manera, ni Aquiles con sus pies poda dar alcance a Hctor, ni Hctorescapar de Aquiles. Y cmo Hctor se hubiera librado entonces de las Parcas de la muerte que le estaba destinada, si Apolo, acercndosele por la postrera y ltima vez, no le hubiese dado fuerzas y agilizado sus rodillas El divino Aquiles haca con la cabeza seales negativas a los guerreros, no permitindoles disparar amargas flechas contra Hctor no fuera que alguien alcanzara la gloria de herir al caudillo yl llegase el segundo. Mas cuando en la cuarta vuelta llegaron a los manantiales, el padre Zeus tom la balanza de oro, puso en la misma dos suertes de la muerte que tiende a lo largo, la de Aquiles y la de Hctor, domador de caballos, cogi por el medio la balanza, la despleg, y tuvo ms peso el da fatal de Hctor, que descendi hasta el Hades. Al instante Febo Apolo desampar al troyano. Atenea, ladiosa de ojos de lechuza, se acerc al Pelin, y le dijo estas aladas palabras Espero, oh esclarecido Aquiles, caro a Zeus, que nosotros dos procuraremos a los aqueos inmensa gloria, pues al volver a las naves habremos muerto a Hctor, aunque sea infatigable en la batalla. Ya no se nos puede escapar, por ms cosas que haga Apolo, el que hiere de lejos, postrndose a los pies del padre Zeus, que lleva lagida. Prate y respira e ir a persuadir a Hctor para que luche contigo frente a frente. As habl Atenea. Aquiles obedeci, con el corazn alegre, y se detuvo en seguida, apoyndose en el arrimo de la pica de asta de fresno y broncnea punta. La diosa dejle y fue a encontrar al divino Hctor. Y tomando la figura y la voz infatigable de Defobo, llegse al hroe y pronunci estas aladas palabras Mi buen hermanoMucho te estrecha el veloz Aquiles, persiguindote con ligero pie alrededor de la ciudad de Pramo. Ea, detengmonos y rechacemos su ataque. Respondile el gran Hctor, de tremolante casco Defobo Siempre has sido para m el hermano predilecto entre cuantos somos hijos de Hcuba y de Pramo, pero desde ahora hago cuenta de tenerte en mayor aprecio, porque al verme con tus ojos osaste salir del muro y losdems han permanecido dentro. Contest Atenea, la Diosa de ojos de lechuza Mi buen hermano El padre, la venerable madre y los amigos abrazbanme las rodillas y me suplicaban que me quedara con ellos, de tal modo tiemblan todos, pero mi nimo se senta atormentado por grave pesar. Ahora peleemos con brio y sin dar reposo a la pica, para que veamos si Aquiles nos mata y se lleva nuestros sangrientosdespojos a las cncavas naves, o sucumbe vencido por tu lanza. As diciendo, Atenea, para engaarlo, empez a caminar. Cuando ambos guerreros se hallaron frente a frente, dijo el primero el gran Hctor, el de tremolante casco No huir ms de ti, oh hijo de Peleo, como hasta ahora. Tres veces di la vuelta, huyendo, en torno de la gran ciudad de Pramo, sin atreverme nunca a esperar tu acometida. Mas ya mi nimome impele a afrontarte, ora te mate, ora me mates t. Ea, pongamos a los dioses por testigos, que sern los mejores y los que ms cuidarn de que se cumplan nuestros pactos Yo no te insultar cruelmente, si Zeus me concede la victoria y logro quitarte la vida pues tan luego como te haya despojado de las magnficas armas, oh Aquiles, entregar el cadver a los aqueos. Prtate t conmigo de la misma...
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