La Abeja Que No Queria Trabajar
Bueno, Patoso –dijo con una vocecita delicada
¿No estarás desperdiciando esta hermosa mañana atareada con tus tarros demiel? ¿Cómo puedes ser tan tonto? Yo, cuando tengo hambre, bebo todo el néctar que me apetece, ¡pero no malgasto mi tiempo recogiendo miel para que se la coman otros! Patoso agachó la cabeza, pero no contestó porque no le gustaba que se rieran de él.
¡Ven conmigo! –continuó la mariposa
Te enseñaré algo mucho más entretenido. Hay un baile de hadas esta noche en el musgo bajo el gran roble. Necesitopareja, y tú eres el adecuado. »
La verdad continuó la mariposita, es que a las hadas no les interesan mucho las abejas, esos bichitos tan sensatos y rutinarios. No sabéis hacer nada más que trabajar y acumular miel para que la usen otros.
Entonces ¿por qué quieres llevarme? –preguntó Patoso.
Bueno, lo cierto es –dijo la mariposa en tono despreocupado que tampoco me importas mucho, pero tu ropaes muy bonita. Siempre me gustó el terciopelo marrón. Además, necesito a alguien que me acompañe esta noche, y tú puedes servir.
Ven dijo, volaremos sobre las praderas y veremos cómo es el mundo al otro lado de la colina. ¡Nos vamos a divertir mucho! A Patoso le gustaba cualquier cosa que le evitara trabajar, así que estuvo encantado de ir con la bella mariposa, y se marcharon juntos volandosobre los prados. Estuvieron todo el día jugando y retozando y en todo ese tiempo ninguno de las dos trabajó ni siquiera un poquito. La pequeña mariposa encontró una gran hoja verde de suave superficie, y ahí estuvo enseñando a bailar a Patoso.
Tienes que aprender a bailar para esta noche –le dijo o no les gustarás nada a las hadas. Cuando llegó la noche y las luciérnagas comenzaron a encendersus luces por la hierba la mariposita llevó a Patoso al baile de las hadas. Era al pie del gran roble, un hueco tapizado de verde musgo. Todo alrededor había diminutos taburetes de bellota que les había dado la ardilla que vivía en la copa del árbol, para que las hadas descansaran cuando estuvieran fatigadas de bailar. Y en un extremo había un pequeño trono para el rey y la reina de las hadas. Eltecho estaba hecho de hojas verdes, y entre ellas colgaban luciérnagas para iluminar la pista de baile. Patoso no había visto en su vida nada tan bonito como esta sala de baile de las hadas. Poco a poco, también las hadas comenzaron a llegar, y la sala lució aún más bella, porque llevaban vestidos hechos con todo tipo de flores: azules, blancos, rosas, montones de encajes de tela de araña, perlas ydiamantes tallados de gotas de rocío. El rey y la reina, también, lucían trajes tejidos con dorados rayos de sol y deslumbrantes estrellas plateadas Patoso estaba aturdido, pero todo el mundo parecía contento de verle, y todos fueron muy amables con él.
¿Quién es ese bichito de marrón? –preguntó la reina, lanzando una aguda mirada desde su trono al extremo del salón. Es Patoso, el amigo de...
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