la ajorca de oro

Nunca me voy a olvidar la expresión de pedro al verme allí junto a él, en el campanario de la catedral de Toledo, mientras en sus manos temblorosas y débiles sostenían la adorada ajorca de oro. Mesorprende que haya finalizado este caso que me genero tanto impacto.
Todo comenzó aquella madrugada cuando inesperadamente recibí la llamada del Padre Marcos que esa noche custodiaba el majestuososagrario, diciéndome que había sucedido un hecho jamás esperado, había desaparecido la ajorca de la santísima virgen. Al enterarme de lo ocurrido me dirijo rápidamente al lugar de los hechos. Observe lafalta dela importante pieza y me di cuenta de la gravedad del caso. Enseguida me puse en marcha para buscar algún indicio sobre el culpable.
Lo primero que hice fue ir a hablar con el Padre Marcos,quien me conto que esa misma noche, había sentido ruidos extraños que oscilaban entre las sombras de la catedral, y presintió que algo andaba mal; al entrar se sorprendido con lo que había ocurrido yse encontró solo y en silencio dentro esos sagrados muros. Al escuchar este relato le pregunte si sospechaba de alguna persona y él con la cabeza me lo negó. La siguiente pregunta fue si recordabaquienes habían estado allí durante estos últimos días, y me contesto que había ido mucha gente y solo noto en una joven, la atención sospechosa a la joya, pero no tenía seguridad quien fuera, solo seacordaba de su mirada ida y sus ojos saltones observando la maravillosa presea. En ese momento llamo a mis colegas, los policías, para que revisen el lugar y sus alrededores en busca de alguna pistaposible para resolver el caso.
Mariano Pérez, mi fiel compañero de trabajo, en busca de lo que les había requerido se encuentra con una hermosa joven, María Antúnez, la cual entre sollozos le cuenta condesesperación la desaparición de su amado, y su remordimiento por haberle contado aquel tan anhelado deseo de obtener lo prohibido. Mariano se compromete a ayudarla y se dirige a contarme a mí sobre...