la alegria de encontrar a cristo
El Señor Jesús, Maestro por excelencia, ha dejado la más alta doctrina, el mensaje de la salvación, en sencillas parábolas, tan claras que pueden ser entendidas y aceptado el mensaje de Dios, que es un misterio.
En este domingo décimo séptimo ordinario el evangelista San Marcos presenta dos parábolas más, con las que el Divino Maestro expone el misterio delReino. En ambas es uno el tema, el mismo empeño y el mismo feliz final.
Así van en síntesis: un buscador de tesoros constante, insistente, que por fin encuentra un tesoro; un comprador de perlas, al encontrar una bellísima perla, vende cuanto tiene y compra esa perla.
En los dos protagonistas están en juego los tres momentos de toda actividad humana: pensar, querer y actuar.
Así en lasactividades cotidianas --aún en las triviales y hasta en las pecaminosas--, primero va el pensamiento, al que sigue el deseo, y, si es posible, la acción.
Igual es el proceso para quienes buscan no sólo las cosas perecederas que van en el tiempo, sino las perennes, las que se relacionan con el máximo bien, que es la salvación eterna.
El verdadero tesoro es Cristo
Quien encuentre aCristo, ha encontrado todo. Cristo es la luz, es el camino, es la verdad, es la vida, es el amor.
La historia de veinte siglos de cristianismo es muy rica en historias particulares de hombres y mujeres que han encontrado a Cristo, y esto ha sido su máxima alegría y la total satisfacción a todas sus apetencias, que ya no buscarán: nada más podrá caber en su pensamiento, en su deseo.
Todaslas lámparas de la tierra, encendidas, nada son en cuanto el sol derrama sus luces. Incontables justos o pecadores, hombres y mujeres, al encontrar ese tesoro han encontrado la felicidad verdadera.
Una mujer pecadora encontró ese tesoro
El día 22 de este mes de julio, la Iglesia Universal recordó con veneración a Santa María Magdalena. Cuando esta mujer, desafiando las miradas furiosaso provocativas cruzó entre todos y cayó de rodillas a los pies de Cristo, y derramó sus lágrimas y un costoso perfume sobre el Maestro, ellos, los que se decían limpios, comentaron: “Si este fuera profeta, sabría que esta es una pecadora”.
Y pecadora fue hasta ese día. “Vete en paz, tus pecados te son perdonados”, le dijo Jesús. El perdón la limpió de siete demonios: la envidia, la ira, lagula, la pereza, la codicia, la lujuria y la soberbia. Tan limpia quedó, que tuvo el privilegio de ver a Cristo resucitado en la misma maña dominical, allí junto a la piedra rodada y el sepulcro vacío.
Dios busca primero
La iniciativa en este misterio viene siempre de Dios. Él es el primero en buscar, para ser buscado; Él es quien pone en el corazón del hombre ese desasosiego, esainquietud, ese vacío existencial, y luego se hace presente.
Cuando Cristo entró en Jericó, un hombre, un publicano tramposo y rico, se subió a un árbol para ver a Jesús, que pasaba rodeado por una multitud.
Encontró a Cristo porque la gracia divina le había llegado, ya traía dentro de sí la inquietud por conocerlo. Tal inquietud que, aunque era hombre importante, no le dio vergüenza subirse al árbol. Ysu premio fue cuando el Señor le dijo: “Zaqueo --lo llamó por su nombre--, baja pronto porque quiero que me recibas en tu casa”. Tanta fue su alegría, que dio la mitad de sus bienes a los pobres.
Dios busca primero. El misterio de la encarnación --en que el Verbo, el Unigénito del Padre, se hizo hombre--, es porque Dios ha venido a buscar y salvar a todos y cada uno de los hombres.
Y laIglesia, misionera desde su nacimiento, ha de ser, a imitación de su Divino Fundador, la que siempre, oportuna o inoportunamente, con todos los recursos a su alcance busque a los hombres, para que todos encuentren el tesoro escondido, la perla preciosa que es Cristo.
“Señor, ¿qué quieres que yo haga?”
Cuando encuentran a Cristo, los lobos se vuelven corderos. Saulo de Tarso --fariseo...
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