La amortajada

Páginas: 9 (2150 palabras) Publicado: 25 de mayo de 2013
Cierta maÒana, al abrir las celosÌas de mi cuarto reparÈ que un millar de min˙sculos brotes, no m·s grandes que una cabeza de alfiler, apuntaban a la extremidad de todas las cenicientas ramas del
jardÌn. A mi espalda, Zoila plegaba los tules del mosquitero, invit·ndome a beber el vaso de leche cotidiano. Pensativa y sin contestar, yo continuaba asomada al milagro. Era curioso; tambiÈn mis dospequeÒos senos prendÌan, parecÌan desear florecer con la primavera. Y de pronto, fue como si alguien me lo hubiera soplado al oÌdo. ó"Estoy... °ah!... ìósuspirÈ, llev·ndome las manos al pecho, ruborizada hasta la raÌz de los cabellos. Durante muchos dÌas vivÌ aturdida por la felicidad. Me habÌas marcado para siempre. Aunque la
repudiaras, seguirÌas poseyendo mi carne humillada, acarici·ndola contus manos ausentes, modific·ndola. Ni un momento pensÈ en las consecuencias de todo aquello. No pensaba sino en gozar de esa
presencia tuya en mis entraÒas. Y escuchaba tu beso, lo dejaba crecer dentro de mÌ. Entrada ya la primavera, hice colgar mi hamaca entre dos avellanos. PermanecÌa recostada horas enteras Ignoraba por quÈ razÛn el paisaje, las cosas, todo se me volvÌa motivo de distracciÛn,goce
pl·cidamente sensual: la masa oscura y ondulante de la selva inmovilizada en el horizonte, como una
ola monstruosa, lista para precipitarse; el vuelo de las palomas, cuyo ir y venir rayaba de sombras
fugaces el libro abierto sobre mis rodillas; el canto intermitente del aserradero óesa nota aguda, sostenida y dulce, igual al zumbido de un colmenar que hendÌa el aire hasta las casas cuando latarde
era muy lÌmpida. Deseos absurdos y frÌvolos me asediaban de golpe, sin razÛn y tan furiosamente, que se trocaban en
angustiosa necesidad. Primero quise para mi desayuno un racimo de uvas rosadas. Imaginaba la
hilera apretada de granos, la pulpa cristalina. Bien pronto, como se me convenciera de que era un deseo imposible de satisfacer óno tenÌamos parra ni viÒa y el pueblo quedaba a dosdÌas del fundoó se me antojaron fresas. No me gustaban, sin embargo, las que el jardinero recogÌa para mÌ, en el bosque. Yo las querÌa
heladas, muy heladas, rojas, muy rojas; y que supieran tambiÈn un poco a frambuesa. øDÛnde habÌa comido yo fresas asÌ? ó"... La niÒa saliÛ entonces al jardÌn y se puso a barrer la nieve. Poco a poco, la escoba empezÛ a
descubrir una gran cantidad de fresasperfumadas y maduras que gozosa llevÛ a la madrastra... ". °Esas! °Eran Èsas las fresas que yo querÌa! °Las fresas m·gicas del cuento! Un capricho se tragaba al otro. He aquÌ que suspiraba por tejer con lana amarilla, que ansiaba un
campo de mirasoles, para mirarlo horas enteras. °Oh, hundir la mirada en algo amarillo! AsÌ vivÌa golosa de olores, de color, de sabores
Era una mañana muy helada, lloviótoda la noche al compás de las lágrimas que caían de la mejilla del pequeño muchacho herido por el amor. Aquel muchacho que no había conocido el amor y que no pensaba en el hasta que conoció a alguien, enamorándolo cada vez que le hablaba pero a la misma vez lastimándolo y mintiéndole, diciéndole palabras de amor que nunca esa persona las sintió.
Era las 9 de la mañana y aun el pequeño muchacholastimado seguía durmiendo placidamente pero en su cara se notaba como estaba sufriendo por dentro y que el es uno de las miles de personas que son heridas de la peor forma, por personas que aun no saben amar. Aquel muchacho llamado Lee Sungmin, era muy mimado y amado por todos sus cercanos, siempre estaba alegre y sonriendo, es tímido pero a la vez es muy bromista para algunas cosas.
Leencanta tocar todas las mañanas su guitarra, pero al levantarse esta mañana no toco su instrumento yendo a comer de inmediato. Sus padres y su hermano menor Lee Sung Jin se asombraron al no escuchar que lo había tocado, pero al ver como estaba de desanimado no quisieron preguntarle el porque… Su hermano mejor Jin siempre lo seguía cuando estaba en la casa, pero esta vez no lo quiso seguir y dejarlo...
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