La Babosa

Serian alrededor de las tres cuando Ramón llegó al escritorio después de dejar a Espinoza. No había casi tránsito. Ardían las piedras de las calles y las paredes de los edificios. Un viento nortecaliente se encajonaba en las calles y azotaba el rostro de los pocos transeúntes con sus mil lenguas de fuego. La ciudad era un horno. Ramón entró en el escritorio, se despojó del sombrero y del saco yse tiró sobre el sofá desvencijado, rendido por el calor y el alcohol. Se hizo servir un jarro de agua por Anselmo. Este le entornó la puerta, y en la penumbra de la pieza se quedó profundamentedormido. Al despertar, un a hora mas tarde, sentía un fuerte dolor de cabeza y la boca seca. Tardó un buen rato en despabilarse del todo. Se levantó y fue al pequeño patio del fondo a orinar, contra elmuro. Volvió y se echó de nuevo en el sofá. Le dominaba un gran abatimiento; sentíase sin ánimo ni para levantar un dedo. Bebió con avidez dos jarros de agua. Le intranquilizaba la posibilidad de queapareciese do Félix y tuviera que disputar con él. Al pasarle la borrachera desaparecieron también todos los pujos y arrestos que le infundiera el alcohol. Si don Félix llega en aquel momento hace deél lo que quiere. Juzgó lo más prudente marcharse. Entretendría el tiempo que faltaba para la salida del tren en algún café cerca de la estación, o sentado a la sombra de un árbol en la plazaUruguaya. Disponíase a partir cuando apareció Anselmo seguido de Teodosio Anderssen. Era éste una persona alta, membruda, que daba la impresión de gozar de gran vigor físico. En los ojos tenía una expresióndulce, tranquila, como si fueran los ojos de un niño colocados en el cuerpo de un gigante. Era cliente del estudio. Ramón le había visto allí algunas veces. Sabia que tenía un pleito de divorcio,pero no conocía más detalles, porque el asunto estaba en manos de don Félix. No acabó de sorprenderse cuando Anderssen, luego de sentarse a invitación suya, demostró estar muy al corriente de su vida....