La baraca sin pescador
C
ABALLERO
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(Sacando una ficha de su cartera.)
- En efecto; según la ficha que llevo de ella está ya casi madura parala condenación. Pero todavía le falta unempujoncito: el último.
R
ICARDO
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- Menos mal.
C
ABALLERO
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- Tu lista está bien nutrida de traiciones, bajezas, escándalos y daños.Ni el dolor humano te ha conmovido nunca, ni has guardadojamás lafe jurada, ni has respetado la mujer de tu prójimo. En cuanto aaquello de no codiciar los bienes ajenos creo que será mejor nohablar, ¿verdad?
R
ICARDO
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- Si; realmente, sería muy largo.C
ABALLERO
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- En una palabra; todo lo que la Ley te manda respetar, lo hasatropellado; todo lo que te prohíbe, lo has hecho. Hasta ahora, sólo unmandamiento te ha detenido: "No matarás".
RICARDO
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—
(Inquieto, levantándose.)
- ¿Es un crimen lo que vienes a proponerme?
C
ABALLERO
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- Exactamente; lo único que falta en tu lista. Atrévete a completarla, yyo volveré a tus manos lasriendas del poder y del dinero, que acabasde perder.
R
ICARDO
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- No, gracias. Habré llegado muy bajo, no lo niego. Pero un crimen esdemasiado.
C
ABALLERO
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- ¿Tan seguro estás de no habercometido ninguno? Hay crímenes sinsangre, que no están en el Código.
R
ICARDO
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- ¿Por ejemplo...?
C
ABALLERO
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- Por ejemplo...
(Consulta nuevamente la ficha.)
Cuando eras niñopobre rondabas losmuelles buscando plátanos podridos para saciartu hambre. Treinta años después hacías arrojar al mar centenares devagones, para hacer subir los precios. ¿Cómo llamarían a eso losniños hambrientos quesiguen rondando los muelles?
R
ICARDO
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15
Alejandro Casona (1903 – 1965)
- No puedo detenerme en sentimentalismos. El corazón es un malnegocio.
C
ABALLERO
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- De acuerdo. Entoncesdejemos los sentimientos y vamos a losnúmeros, que es tu fuerte.
(Vuelve a consultar la ficha.)
En tuempresa trabajan tres mil hombres respirando los gases de las minasy el humo de las fábricas. Según...
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