La Boa
Amanda Pedrozo
-El nene, mamá, el nene.
La madre espantó los mosquitos de un manotón que dejó su marca en la pielcita morocha. El nene ya no podía llorar y porfiadamente se prendía al pezón aguado y dulce que se hamacaba y pegaba un salto cada vez que se le escapaba de la boquita caliente. La respiración le costaba y le dolía, tanto que daban ganas de ahogarle piadosamente y en esemomento justo la madre (desde la orilla de los camalotes y de los helechos inclinados) se agarró a su determinación y vio entre el verde oscuro y los pétalos del agua la cabeza tremenda de la serpiente que se comía a su hombre (después había contado que segundos antes él había estado tirando la liñada aunque sin esperanza, que por eso ella sólo se dio cuenta cuando ya no podía hacer nada sinosalvar a sus criaturas y salir disparada del horror).
La niña leyó la desesperación en los ojos de la madre y en esa lengua que le salía apretada y extraña cuando ocurrían esas cosas le dijo: -¿Mba'e pio pasa ya otra vez, mamita?
La madre extendió el brazo y señaló la sombra en la noche líquida, se escuchaba claramente el enloquecido plas-plas debajo de las hojas y el aroma se desprendía sincontención hacia el viento. La naricita del nene se estremeció buscando la parte menos fría del aire para seguir viviendo. La niña miraba quieta la laguna inmensa y se sintió atrapada de los brazos y
retorcida por la madre que empezó a correr con la cabecita del nene bamboleando sobre su hombro derecho. La niña miraba hacia atrás y notó los círculos de luna alrededor de los manchones lechosos quesemejaban estrellas en el agua. -¡Qué lindas las flores para llevarle a la Virgen de Caacupé! -pensó, mientras empezó a correr detrás de la madre desprendida de ella o estironeada, ya daba lo mismo y se entretuvo con la idea del ramo de yrupe a los pies de la imagen, justo tocándole el borde del vestido azul a María madre mía y protégenos con tu manto. Pensó en los tallos chorreando savia espesaen sus manos mientras respondía ordenadamente las preguntas que le iba haciendo el karai comisario, porque en ese momento la madre lloraba con la cara seca y no podía responder nada sino repetir cansada que la boa salió del fondo, que ella calcula que habrá venido de la orilla del mismo río (porque allí suele haber, dijo con esa memoria que se guarda en los ojos) y que en ese mismo momento seestaba comiendo a su hombre con liñada y todo, y qué voy a hacer Dios mío sin marido y con siete inocentes que me van a pedir que comer y seguro encima mi única nena ésta que ve acá señor autoridá me
sale puta como su abuela paterna y el nene luisón porque es el séptimo hijo varón, ay Dios mío qué habré hecho, qué voy a hacer ahora y a lo mejor si se van enseguida le pueden sacar de la barriga de lavíbora vivo antes de que se convierta en mierda de kuriju, si Dios y la Virgen permiten (tuvieron que subir la cuesta, pasar por el patio de Luciana Baltazara, pisar sus ranas y sapos y esquivar los gansos filosos y el relincho de los corrales hasta el alambrado de púas y el barranco y la orilla donde oyeron -aún- el chapoteo) .
".... ante mí la testigo, Luciana Baltazara Martínez, paraguaya,44 años, soltera pero amancebada según hace constar, domiciliada en las inmediaciones del lugar del hecho, dijo que a las 23:45, siendo el día 22 de febrero del corriente año, vio pasar en estado de aparente agitación a su vecina nombrada como ña Desí, a quien conoce por ese nombre solamente y por ser su marido don Eusebio Lezcano, pescador como ella. Siguió explicando la testigo que con
suhijo menor Leoncio, de 14 años, vieron que tras la citada ña Desí iba corriendo su hija Viviana y agregó que la mujer llevaba en brazos a su pequeño hijo de meses cuyo nombre no sabe pero dice sospechar que la madre por simaspena ni siquiera le hizo bautizar todavía.
Concluido lo cual, agregó que ella salió gritándole con su menor hijo Leoncio por si precisaba algo, pero que su vecina y la hija...
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