LA CAÑA HUECA
Llevaron a Sancho Panza a la silla del juzgado y lo sentaron en ella, y en ese instante, entraron dos hombres ancianos el uno traía, por báculo, un caña hueca y el otro, dijo:
—Señor, hace unos días, le presté a este buen hombre diez escudos de oro con la condición de que me los devolvería cuando solamente no me los devuelve sino que me los niega y dice que nunca tales diezescudos les presté, y que, si se los presté, ya me los había devuelto. Yo no tengo testigos, ni del préstamo porque no estuvo nadie presente, ni de la devolución porque no la hubo. Querría que vuestramerced le tomase juramento; y, si jurase que me los ha devuelto, yo se los perdono para aquí y para delante de Dios.
¿Qué decís vos a esto, buen viejo del báculo? –dijo Sancho Panza.
Yo, señor, confiesoque me los prestó, pero ya que él lo deja en mi juramento, yo juraré cómo se los he devuelto y pagado rea verdaderamente.
El viejo del báculo, como si le estorbara mucho, dióle la caña al otro viejo,para que se la tuviese mientras juraba, y luego juró que era verdad que el demandante le había prestado diez escudos, pero que él se los había devuelto a la mano suya, y que, por no darse cuenta, selos volvía a pedir continuamente.
Entonces Sancho Panza preguntó al otro que tenía que alegar, y el acreedor dijo que sin duda alguna el viejo del báculo debía decir la verdad, pues le tenía por hombrede bien y buen cristiano, y que a él se le debía de hacer olvidado el cómo y cuándo le había hecho la devolución, y que, desde allí en adelante, jamás pediría nada.
Tornó a tomar su báculo el deudor,y bajando la cabeza salió del juzgado. Al ver esto, y que sin más ni más se iba, y viendo también la paciencia del otro, Sancho Panza inclinó de la cabeza sobre el pecho y las narices, estuvo comopensativo unos segundos, y luego alzó la cabeza y mandó que llamasen al viejo del báculo.
Apenas lo trajeron Sancho le dijo:
Dadme, buen hombre, ese báculo, que lo necesito.
-De muy buena gana-...
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