La cabaña del tio tom
LA MADRE
Eliza había sido criada desde pequeña como favorita de su ama.
El viajero del sur debió de notar ese peculiar aire de refinamiento, la dulzura de voz y de modales, que parecen ser un don especial de las cuarteronas y mulatas. Estas gracias naturales de la cuarterona a menudo van parejas con la belleza más deslumbrante y casi siempre con un aspecto atractivo yagradable. Eliza, como la hemos descrito, no es un bosquejo imaginario sino el dibujo de memoria de una mujer que vimos hace años en Kentucky. Segura bajo los cuidados protectores de su ama, Eliza había llegado a la madurez sin las tentaciones que convierten la belleza en una herencia fatal para una esclava. La habían casado con un inteligente mulato de talento que era esclavo en una finca colindante yse llamaba George Harris.
El amo había alquilado a este joven para que trabajara en una fábrica de bolsas, donde era considerado el mejor trabajador por su destreza e ingenuidad. Había inventado una máquina para limpiar el cáñamo que, teniendo en cuenta la educación y las circunstancias del inventor, mostraba un genio mecánico parecido al de la despepitadora de algodón de Whitney.
Era guapo ytenía modales agradables, y era muy querido en la fábrica. Sin embargo, como a los ojos de la ley este joven no era un hombre sino una cosa, todas sus cualidades superiores estaban sujetas al control de un amo tiránico, intolerante y vulgar. Al oír hablar de la fama del invento de George, este caballero se acercó a la fábrica para ver la obra de este esclavo inteligente. Lo recibió con granentusiasmo el empresario, que lo felicitó por poseer un esclavo tan valioso.
Le acompañó a ver la fábrica, donde, al mostrarle la máquina, George, animado, hablaba tan fluidamente y tenía un aspecto tan bello y viril, allí erguido, que su amo comenzó a tener una desagradable sensación de inferioridad. ¿Cómo se atrevía su esclavo a andar por el país inventando máquinas e irguiendo la cabeza entrecaballeros? No pensaba tolerarlo. Lo llevaría de vuelta, lo pondría a trabajar con la azada y la pala y «a ver si se iba a pavonear tanto entonces». En consecuencia, el patrón y los trabajadores se quedaron de piedra cuando reclamó de repente el salario de George y anuncio su intención de llevárselo a casa.
––Pero, señor Harris ––objetó el patrón––, ¿no es un poco repentino?
––¿Y qué, si esasí? ¿No es mío el hombre?
––Estaríamos dispuestos a aumentar el pago de compensación.
––No sirve de nada, señor. No tengo necesidad de alquilar a mis trabajadores si no quiero.
––Pero, señor, parece estar muy bien adaptado a este negocio.
––Puede que sí; no se adaptaba muy bien nunca a nada de lo que yo le mandaba, sin embargo.
––Pero dése cuenta de que ha inventado esta máquina––interrumpió uno de los obreros, algo inoportuno.
––¡Oh, sí! Una máquina para ahorrar trabado, ¿verdad? No me extraña que inventara eso; un negro es especialista en eso. Todos ellos son máquinas para el ahorro del trabajo. No, ¡se marchará!
George se quedó como paralizado al oír a una potencia que sabía irresistible pronunciar su condena. Se cruzó de brazos, comprimió los labios, pero un volcán desentimientos amargos ardió en su pecho, enviando ríos de fuego por sus venas. Jadeaba y sus grandes ojos negros llameaban como brasas ardientes, y hubiera podido estallar en algún tipo de ebullición peligrosa si el bondadoso patrón no le hubiera tocado el brazo, diciendo en voz queda:
––Déjate llevar, George; ve con él de momento. Intentaremos ayudarte más adelante.
El tirano vio este susurroy adivinó su significado aunque no oyó lo que se dijo; y le fortaleció aún más en su empeño interno de mantener el poder que ejercía sobre su víctima.
George fue llevado a casa y puesto a trabajar en las tareas más humildes y fatigosas de la granja. Había conseguido reprimir cada palabra irrespetuosa; pero los ojos llameantes y la frente triste y preocupada formaban parte de un lenguaje...
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