La Caja De Pandora
Acostumbraba silbar cada vez que llegaba a casa, seis cortos silbidos entonados en el do mayor que le enseñó su padre y desentonados en la eterna carraspera que aprendió con el tabaco. Cuando vivía con sus padres tenía algún sentido hacerlo, pero ahora que estaba solo nunca sabía a quien demonios le silbaba.
Ya se proyectaba en su mente cómo sería el restode su noche, pornografía en el Internet mientras leía algo de Dostoievski e interminables vasos de Coca Cola que harían más sobrellevable su vigilia.
Trabajar todo el día nunca le hizo mucha gracia, pero era algo que TENÍA que hacer; el alquiler de su apartamento no era muy barato aunque poseía apenas una habitación, un remedo de sala (que en realidad solo era una mesita entre la mal llamadacocina y la puerta de entrada) y un baño. Aparte de los gastos que tenía para alimentarse, aunque últimamente se había convertido en algo dispensable.
Extrañamente al llegar al condominio no se escucharon los habituales gritos de los niños insoportables, que, justamente cuando el reloj marcaba las seis de la tarde, como por una coincidencia satánica, acababan de hacer sus tareas de la escuela ysalían a patear su balón y a dejar escuchar sus melodiosas voces al pasillo frente a su puerta.
Cuando bajó las gradas y vio hacia la ventana de su cuarto se quedó piedra; siempre apagaba las luces antes de salir a trabajar, pero su pieza iluminada delataba la presencia de alguien en el apartamento. Apretó el paso y sintió la excitación que en su corazón solo causaban este tipo de situaciones. Sólose sentía vivo en realidad cuando en su tendedero de ropa aparecía un sostén (el cual seguramente volaba de un tendedero vecino), cuando aparecía un perro frente a su puerta ladrándole por un poco de la poca comida que tenía en casa, cuando un vecino venía a ponerle una puteada por el excesivo volumen de la música, cuando los niños quebraban los vidrios en su puerta y se sentía libre paragritarles; esas pequeñas cucharadas de sal que recibía su sosa vida le hacían sentir enchinada la piel y sabía entonces que no vivía sus horas sobre una banda sin fin.
Ahora, mientras caminaba hacia la puerta con las llaves en su mano, no le importaba mucho que hubieran vaciado su apartamento; supo que lo que vería, o no vería, era algo excitante, vendría la policía, le harían preguntas y se sentiríaparte de la ficción que engranaba en las novelas que leía. Esperaba el desorden de alguien que hubiera buscado pruebas para inculparlo de haber asesinado su propia existencia, soñaba un poco, sí, pero por Dios que se sentía vivo.
Introdujo la llave en el pomo y sintió una punzada de miedo en la nuca que lo estremeció. No se escuchaba ruido alguno.
Todo el apartamento estaba ordenado, nadie habíabuscado, nadie se había llevado nada. Lo único fuera de lugar era la línea amarilla que fugaba debajo de su puerta en la habitación . La desilusión de pensar que olvidó apagar la luz lo embargó; su rostro se ensombreció mientras revisaba que la computadora estuviera en su lugar y que no se hubieran llevado nada, si es que alguien, además de él, había estado en casa.
Abrió la puerta y encontró loque pensó encontrar; nada. El foco se burlaba de él mientras el alambre dentro del vidrio dejaba de arder tornándose naranja primero y luego cambiando a un amarillo que fue agonizando mientras la luz moría.
Giró sobre sus talones para salir hacia la cocina y entonces escuchó un gemido que le paralizó el corazón, si hay alguna forma en que el cuerpo anuncia el advenimiento de un infarto deberíaparecerse a lo que sentía en ese momento.
Había visto muchos videos de sexo como para reconocer un gemido de placer cuando lo escuchaba. De espaldas aún a su cama, de donde provenía el sonido, cruzaron por su mente miles de imágenes de asiáticas, morenas, rubias, pelirrojas, gordas, flacas y todas las clases de mujeres que había visto y sentido a lo largo de su existencia.
-Mírame- instó la...
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