La casa de Asteri n
21SEP
Me has mostrado que cualquier linaje de fieras es más tratable que tú. ¡A nadie podía haberme confiado peor que a ti! Las palabras que estás leyendo te las envío, Teseo, desde aquella playa de las que las velas se llevaron tu nave sin mí, y en la que para mi desgracia me traicionó mi sueño, y tú, que te conjuraste criminalmente con mi sueño.
Era el momentoen que la cristalina escarcha comienza a salpicar la tierra, y las aves a quejarse, ocultas entre el follaje. Aún no despierta del todo, amodorrada por el sueño, moví mis manos, incorporándome, para abrazar a Teseo. No había nadie. Retiro mis manos y por segunda vez palpo y muevo los brazos por el lecho. No había nadie. Retiro mis manos y por segunda vez palpo y muevo los brazos por el lecho. Nohabía nadie. Los temores sacudieron el sueño; aterrorizada me levanto, y mis miembros se lanzaron fuera del lecho solitario. Enseguida resonó mi pecho al golpe de las palmas y, según me encontraba, despeinada por haber estado durmiendo, me arranqué los cabellos. Había luna. Miro por si puedo ver algo que no sea la playa, pero mis ojos no tienen nada que mirar que no sea la playa. Unas veces haciaaquí, otras hacia allí y hacia ambos lados corro sin orden, y la espesa arena refrena mis pies de muchacha. Mientras tanto, cuando gritaba por toda la playa: “¡Teseo!”, los huecos roquedales me devolvían tu nombre, y cuantas veces yo te llamaba, te llamaba otras tanta el lugar mismo; el mismo lugar quería prestar ayuda a la desgraciada. Había un monte; se divisan en lo alto unos pocos matorrales;desde ahí cuelga un escollo, roído por las sonoras aguas. Lo escalo. El coraje me daba fuerzas. Y así puedo medir con la mirada la alta mar en toda su extensión. Desde allí -pues también los vientos fueron crueles conmigo- contemplé los lienzos tensos por el arrebatado Noto. O los vi, o tal vez fue que creí haberlos visto. Me quedé más fría que el hielo y apenas viva. Pero el dolor no me dejalanguidecer por más tiempo. Me siento excitada por él, me siento excitada y llamo a Teseo con la fuerza de mi voz. “¿Adónde te escapas? -grito-. ¡Vuelve, criminal Teseo! ¡Da vuelta a tu nave! ¡No tiene completa su tripulación!” Eso dije. Lo que faltaba a mi voz lo completaba con gemidos. Los golpes que me daba se mezclaban con mis palabras. Para que al menos pudieras verme, si es que no me oías, mismanos agitándose te hicieron señales desde lejos. Y puse una tela blanca en una larga vara para avisar de ese modo a quienes se habían olvidado de mí. Pero ya te habías arrancado a mis ojos. Entonces, por fin, lloré, pues antes el dolor había paralizado mis ojos delicados. ¿Qué mejor podían hacer mis ojos sino llorar por mí, después que habían dejado de ver tus velas? Y deambulaba sola con loscabellos sueltos, como una Bacante impulsada por el dios ogigio, o bien me sentaba, yerta, sobre una piedra, mirando al mar, y era yo tan piedra como la piedra misma sobre la que me sentaba. Una y otra vez vuelvo al lecho que nos había acogido a los dos, pero que no iba a mostrarnos nunca acogidos en él, y en vez de tocarte a ti, toco lo único que puedo, tus huellas y el colchón que tus miembros habíancalentado. Me tumbo y sobre el lecho, que chorreaba de las lágrimas que yo había vertido, exclamo: “¡Dos estuvimos encima de ti, haz que volvamos los dos! Vinimos aquí juntos, ¿por qué no nos vamos juntos de aquí? ¡Lecho traidor!, ¿dónde está la mayor parte de mí?”.
¿Qué haré? ¿Adónde me dirigiré yo sola? No está habitada la isla. No veo rastros de hombres ni de labor de bueyes. Por todas partesel mar rodea la tierra. Marineros por ningún sitio. Ninguna nave dispuesta a cruzar las dudosas aguas. Supón que se me ofrecen compañeros, vientos y una nave, ¿cuál será mi meta? Me está prohibido acercarme a la tierra de mi padre. Aunque me deslice felizmente en una nave a través de los mares en calma, aunque Éolo modere los vientos, seré una desterrada. ¡No te volveré a ver, Creta, repartida...
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