la cautiva de los ranqueles

La Cautiva de los ranqueles

      
 TIBURCIA ESCUDERO

Muchos grandes historiadores, poetas y escritores, han grabado con el don y fluidez de su
pluma hermosos capítulos de Cautivas, o Cautivos que fueron ficticias, de hombres o mujeres;
en especial estas últimas a las que,  los indios en sus correrías o malones, llevándoselas a las
tolderías, respetaron sus vidas

Esta es la historia verídicade la cautiva del Morro: Doña Tiburcia Escudero. Quizás como esta
señora haya habido una infinidad de cautivas de esta zona o de otros lugares cuyos nombres
no los recogió ningún historiador y todos ellos cayeron al abismo del vacío pero; con el de doña
Tiburcia no ocurrió lo mismo y en la persona de ella, cuyo nombre conocemos; vaya para esta
mujer y para todas las cautivas del suelo argentinonuestra veneración y respeto porque del
temple de esas mujeres surgieron madres que nos trajeron al mundo.

CAPITULO  I

Allá por el 1850 vivía al mismo pie del cerro del Morro, en un sitio llamado la “higuerita” campo 
hoy, de cómo seiscientas hectáreas, que subía en la parte sudeste del cerro hasta las cumbres
mas elevadas, donde estaba ubicado un lugar que le llamaban “el hueco de doña Tiburcia”al
sudoeste en dirección al pueblo del Morro, a mas o menos ocho kilómetros del mismo poblado,
un matrimonio de apellido Escudero que tenia cinco hijos: Doña Tiburcia, Don Isaac, Don Fidel,
Doña Guillermina y Don Beltrán Escudero, “y en una hermosa mañana del mes de Noviembre
empieza a contar…..

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CAPITULO II

“Yo tenía entonces 20 años, esa mañana nos levantamostodos en mi casa bien temprano
como siempre lo hacíamos y  empezamos a ordeñar como todos los días. En esa época
hacíamos muchos quesillos y en la tarea de ordeñar nos ayudaron a mi mama y a mí: mi tata
Isaac y mis hermanos Isaac y Fidel. Yo era la hija mayor y luego me seguían los otros
muchachos que nombré y dos hermanos más chicos, Guillermina y Beltrán.

Terminado el ordeñe mi tata y mis doshermanos se vinieron a la cocina a tomar mates; mi
madre y yo estábamos preparando la leche para hacerla cuajar y con ella hacer luego los
quesillos; después que tomaron mate,s los varones que nombré, montaron a caballo y se
dirigieron a la cumbre del cerro para campear dos vaquillonas que se habían extraviado y que
según noticias, las habrían visto en el cerro pelao. Como a  las once, mis hermanosmenores
andaban jugando por atrás de las casas y en eso gritaron: “disparen…que vienen los indio…s”
¿los indios…?. Les grité: dejen de joder. Y seguimos con mi mamá trabajando en la leche.  La
cuajada estaba casi lista en dos grandes ollas de hierro; de los chicos no sentí nada mas; pero
pasado un rato corto, sentimos el tropel como si el cerro se viniera abajo.  Salgo corriendo al
patio y vi querodeando casi toda la casa había como 200 indios gritando: “matando Cristiano”;
yo solo atiné a decir: “Dios me salve”, y disparé para el lado de la barranca, pero no había
corrido ni cincuenta metros cuando un indio me agarró de las trenzas y me levantó en el aire y
me puso atravesada sobre la cruz del caballo, gritando: “no escapando cristiana…cristiana
linda no matando, llevando toldo”.Volvimos al patio, donde otros indios estaban bajando de los
caballos y dando vueltas todo lo que teníamos  y robando.

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Algunos tomaban la cuajada con unas escupideras que estaban a la orilla de la casa, diciendo:
“lindo dulce Huinca”. De mi mamá no supe mas nada. Después de vuelta a mi rancho, a los
cuatro años, me anoticié que la mataron los infieles y que mishermanos se habían escondido
en un hueco de barranca y se salvaron porque no los vieron los indios.

Cuando volvieron, mi padre con el Isaac y el Fidel solo encontraron desolación: mi madre
muerta y los indios se habían llevado todo lo que pudieron. En ese malón llevaron mucha
hacienda de la zona. De vuelta saquearon como tres viviendas más robando y matando. En
algunas mataron niñitos que todavía no...