La Caza Del Oct

Páginas: 725 (181236 palabras) Publicado: 20 de junio de 2012
LA CAZA DEL OCTUBRE ROJO

TOM CLANCY

TOM CLANCY, nacido en 1947, es uno de los novelistas de intriga norteamericanos más leídos. Tras darse a conocer al gran público en 1984 con La caza del Octubre Rojo, cuya adaptación cinematográfica le valió el reconocimiento internacional, ha publicado una serie de novelas de las que se han vendido más de ochenta millones de ejemplares: Tormenta roja,Juego de patriotas -también llevada al cine-, El cardenal del Kremlin, Peligro inminente, Pánico nuclear. LOS EDITORES

Para Ralph Chatham un submarinista que dijo la verdad y para todos los hombres que ostentan delfines.

Título original: The Hunt for Red October Traducción: Benigno H. Andrada

EL PRIMER DÍA
Viernes, 3 de diciembre El Octubre Rojo El capitán de navío de la Marinasoviética Marko Ramius vestía las ropas especiales para el Ártico que eran reglamentarias en la base de submarinos de la Flota del Norte, en Polyarnyy. Lo envolvían cinco capas de lana y tela encerada. Un sucio remolcador de puerto empujaba la proa de su submarino hacia el norte para enfrentar el canal. Durante dos interminables meses su Octubre Rojo había estado encerrado en uno de los diques —convertidoen ese momento en una caja de cemento llena de agua— construidos especialmente para proteger de las severas condiciones ambientales a los submarinos lanzamisiles estratégicos. Desde uno de sus bordes, una cantidad de marinos y trabajadores del astillero contemplaba la partida de su nave con la flemática modalidad rusa, sin el más mínimo agitar de brazos ni un solo grito de entusiasmo. —Máquinasadelante lentamente, Kamarov —ordenó. El remolcador se apartó del camino y Ramius echó una mirada hacia popa para ver el agua revuelta por fuerza de las dos hélices de bronce. El comandante del remolcador saludó con el brazo. Ramius devolvió el saludo. El remolcador había cumplido una tarea sencilla, pero lo había hecho rápido y bien. El Octubre Rojo, un submarino de la clase Typhoon, se movía enese momento con su propia potencia hacia el canal marítimo principal del fiordo Kola. —Ahí está el Purga, comandante. —Gregoriy Kamarov señaló en dirección al rompehielos que habría de escoltarlos hacia el mar. Ramius asintió. Las dos horas requeridas para transitar el canal no iban a poner a prueba sus facultades marineras, pero sí su aguante. Soplaba un frío viento del norte, la única clase deviento norte en esa parte del mundo. El final del otoño había sido sorprendentemente benigno, y la precipitación de nieve casi insignificante, en una zona donde era habitual medirla en metros; luego, una semana antes de la partida, una fuerte tormenta de invierno había arrasado las costas de Múrmansk, haciendo pedazos el pack de hielo del Ártico. El rompehielos no era ninguna formalidad. El Purga ibaa apartar a un lado cualquier trozo de hielo que pudiera haber derivado durante la noche

introduciéndose en el canal. No sería nada bueno para la Marina soviética que su más moderno submarino lanzamisiles resultara dañado por un errante pedazo de agua congelada. El mar estaba agitado en el fiordo, revueltas sus aguas por el fuerte viento. Las olas comenzaron a barrer la proa esférica delOctubre, rodando hacia atrás sobre la plana cubierta de misiles que se extendía delante de la imponente torreta negra. Las aguas estaban cubiertas por una capa de aceite proveniente de las sentinas de innumerables buques, suciedad que no habría de evaporarse en esas bajas temperaturas y que dejaba marcado un anillo negro en las paredes rocosas del fiordo, como si fueran las huellas del baño de undesaseado gigante. Una semejanza perfectamente apropiada, pensó Ramius. Al gigante soviético poco le importaba la suciedad que esparcía sobre la superficie de la tierra, rezongó para sus adentros. Había aprendido a navegar de niño, en barcos costeros de pescadores, y sabía lo que era estar en armonía con la naturaleza. —Aumentar la velocidad a un tercio —dijo. Kamarov repitió la orden de su...
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