la cegera
El profundo egoísmo que marca a los distintos personajes en la lucha por la supervivencia, se convierte en una parábola de la sociedadactual, trascendiendo así el significado de ceguera más allá de la propia enfermedad física.
Algo hace que esta novela sea muy particular. El autor se da el lujo de obviar los nombres de los múltiples personajes. Sólo la exhaustiva descripción que hace de cada uno de ellos permite que el lector los identifique claramente.
Uno de los numeros de preguntas. En especial: ¿cuál sería nuestro grado deresponsabilidad como personas que "veamos la luz" en un mundo de ciegos?Se iluminó el disco amarillo. De los coches que se acer
caban, dos aceleraron antes de que se encendiera la
señal roja. En el indicador del paso de peatones apare
ció la silueta del hombre verde. La gente empezó a cru
zar la calle pisando las franjas blancas pintadas en la capa
negra del asfalto, nada hay que se parezcamenos a la
cebra, pero así llaman a este paso. Los conductores, im
pacientes, con el pie en el pedal del embrague, mante
nían los coches en tensión, avanzando, retrocediendo,
como caballos nerviosos que vieran la fusta alzada en el
aire. Habían terminado ya de pasar los peatones, pero
la luz verde que daba paso libre a los automóviles tardó
aún unos segundos en alumbrarse. Hay quiensostiene
que esta tardanza, aparentemente insignificante, multi
plicada por los miles de semáforos existentes en la ciu
dad y por los cambios sucesivos de los tres colores de
cada uno, es una de las causas de los atascos de circula
ción, o embotellamientos, si queremos utilizar la expre
sión común.
Al fin se encendió la señal verde y los coches
arrancaron bruscamente, peroenseguida se advirtió
que no todos habían arrancado. El primero de la fila de
en medio está parado, tendrá un problema mecánico, 10
se le habrá soltado el cable del acelerador, o se le aga
rrotó la palanca de la caja de velocidades, o una avería
en el sistema hidráulico, un bloqueo de frenos, un fallo
en el circuito eléctrico, a no ser que, simplemente, se
haya quedado sin gasolina, no seríala primera vez que
esto ocurre. El nuevo grupo de peatones que se está
formando en las aceras ve al conductor inmovilizado
braceando tras el parabrisas mientras los de los coches
de atrás tocan frenéticos el claxon. Algunos conducto
res han saltado ya a la calzada, dispuestos a empujar al
automóvil averiado hacia donde no moleste. Golpean
impacientemente los cristales cerrados. Elhombre que
está dentro vuelve hacia ellos la cabeza, hacia un lado,
hacia el otro, se ve que grita algo, por los movimientos
de la boca se nota que repite una palabra, una no, dos,
así es realmente, como sabremos cuando alguien, al fin,
logre abrir una puerta, Estoy ciego.
Nadie lo diría. A primera vista, los ojos del hom
bre parecen sanos, el iris se presenta nítido, luminoso,
laesclerótica blanca, compacta como porcelana. Los
párpados muy abiertos, la piel de la cara crispada, las
cejas, repentinamente revueltas, todo eso, cualquiera
lo puede comprobar, son trastornos de la angustia.
En un movimiento rápido, lo que estaba a la vista de
sapareció tras los puños cerrados del hombre, como si
aún quisiera retener en el interior del cerebro la últi
ma imagen...
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