La celda sumergida

Páginas: 52 (12778 palabras) Publicado: 16 de enero de 2012
La celda sumergida Julio Paredes Alfaguara

I. Soñar de noche Qué raro es esto… del sueño. Se va uno… por todas partes… Otros mundos. A. S. Byatt, Posesión Me pareció lamentable, casi triste, acercarme a la promesa de un fabuloso yacimiento de monstruos cuando ya no me quedaba más de un día antes de abandonar, y para siempre, Nueva York. En un primer reflejo, con la certeza inmediata de bordearun descubrimiento inaudito, no supe explicar por qué este conglomerado de máscaras que empecé a seguir desde un par de horas atrás, caminando por calles que, además, no pisaba por primera vez, escapó a mis anteriores exámenes callejeros, a las exploraciones que solía hacer con los binóculos. A medida que avanzaba y descubría más siluetas camufladas entre otros ornamentos, pensé que asistía alposible y cercano despliegue de un número incontable de figuras con el porte de una belleza violenta, expuestas en combinaciones que me hicieron imaginar, en la secuencia que formaban, el rompecabezas de un sueño. Por andar siempre en una distracción desaforada y, durante los últimos días, también nerviosa, esta magnífica sociedad en piedra que vislumbraba ahora habrá desfilado ante a mis ojos sinningún enfoque, como los adornos menores de un paisaje de utilería. Así, cuando me tropecé con el último de los demonios, la gárgola que me pudo enlazar con ese otro mundo invisible, sospeché que actuaba como otra sombra en la mitad de ninguna parte, deambulando durante años por el orden ilusorio de una ciudad a la que en realidad nunca había llegado. Desde la primera figura que me llamó laatención, un músico con los ojos desorbitados y soplando una gaita medio inflada, encontré que la serie de caras seguía un motivo y que no se aparecían en mi ruta de manera aleatoria, pues identifiqué en el semblante de todas las máscaras, algunas deterioradas por los efectos del clima, el gesto petrificado de los encadenados al tiempo sin avance. Más que sorprendente, resultaba inverosímil que, después detantas caminatas acometidas con el ímpetu y la urgencia de precipitarme al interior secreto de las calles, moviéndome rápido y con familiaridad por cualquier distrito, de Lower Manhattan a Coney Island o del Soho a Queens, no me hubiera percatado antes del evidente y soberbio espectáculo de su presencia. Volví a pensar que desde mi llegada a Nueva York transitaba de lado a lado con una tenueinsuficiencia cerebral, víctima ignorante de alguna anomalía, una de esas lesiones congénitas que impedían la visión correcta de los colores primarios o de cualquier objeto familiar y superfluo. ¿Experimentaba ahora las consecuencias de no lidiar durante años con el diseño de formas geométricas personales? ¿De no haber vuelto a levantar y poco a poco el plano de una nueva construcción, con galerías,ventanas y ves tíbulos? Avancé entre la gente sin saber cómo podría clasificar el orden sobre el que habían montado las figuras y, cuando llegué a una esquina donde la serie se bifurcaba, imaginé que esta ceguera parcial era una especie de prueba darwiniana, la evidencia de que no formaba ni formaría parte de los más fuertes. ¿Sería sólo un típico desequilibrio de la edad? Sabía, sin embargo, queesta sombra me acompañaba desde Bogotá, un síndrome latente mucho antes de conocer a Cecilia, anterior a nuestra decisión de instalarnos por un tiempo en esta isla, a los planes que forjaríamos para, por decirlo de alguna forma, alimentar nuestra dicha futura. Deduje que se trataba de la misma ceguera que fortaleció el germen del malentendido venidero, el cansancio mutuo que a la postre nossepararía aquí en Nueva York y que ninguno quiso o supo cómo erradicar. Me dio por pensar que se trataba de un reflejo diurno de la invalidez que me atrapaba durante las

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noches, ese turbulento territorio mental que venía atravesando dormido en los últimos meses, con sueños disparatados que seguían con rigor un significado que se me escapaba de inmediato al despertarme. Con la aparición de los...
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