La ciencia de la continuidad y el cambio por Matias Alinovi
Matias Alinovi
Querría entender un episodio de la transición política que vivimos. Pasó relativamente
inadvertido, pero adquirirá importancia creciente. Entender en el sentido de pensarlo sin
precipitarse, de no incurrir en prevención ni en precipitación, como diría Descartes.
Querría agotar las interpretaciones, sus consecuencias lógicas, develar lasfilosofías
políticas en que se origina. Es claro que se trata de una serie de aspiraciones vanas:
Lacan decía que el yo es buenas intenciones y mala fe.
El episodio, tomado del relato de uno de sus protagonistas, es el siguiente. El jefe de
gabinete entrante se ocupa de la designación de los nuevos ministros. Puesto en esa
tarea, llama por teléfono a uno de los ministros del gabinete saliente, el deciencia,
quien, según él mismo, “ya tenía la mitad de la oficina puesta en cajas”. Peña, el jefe de
gabinete entrante, le ofrece entonces quedarse al frente del ministerio. El ministro
saliente, Barañao, le responde que debe consultarlo con Cristina, su jefa política. Lo
consulta y, siempre de acuerdo a Barañao, Cristina da su aprobación con la condición de
que le garanticen “el mismo presupuestoy la posibilidad de elegir a sus colaboradores”.
La propia Cristina confirma luego, públicamente, el trazo grueso del relato. Barañao
acepta y es anunciado por Peña como el futuro ministro de ciencia.
Sigue la aprobación de la opinión pública en general, a través del sentido común de los
periodistas: es bueno que se mantengan políticas públicas decisivas para el futuro del
país. Es bueno que hayaacuerdo sobre cuestiones básicas y se dejen de lado las
veleidades políticas. Pero nosotros no queremos incurrir en precipitación, ¿no es cierto?
¿Qué debemos pensar? ¿Qué idea de la política tiene Cristina cuando acepta que Barañao
acepte? ¿Qué idea tiene Barañao? ¿Qué idea tiene el emisario Peña?
Lo primero que hay que decir es que el mismo sentido común de antes, el de los
periodistas, nosexplica también que el nuevo gabinete de ministros responde a una
filosofía política distinta de la que hasta aquí gobernaba el país. Algunos de los nuevos
ministros han sido gerentes de corporaciones privadas. Su designación parece originada
en un examen de las distintas áreas en que suele dividirse la acción política del Estado,
en la ponderación y la consecuente elección, como ministro, del actorque represente los
intereses más concentrados del sector. Sobre el particular podemos recoger mayor
evidencia empírica que sobre la celebrada continuidad de las políticas públicas, y
tendemos entonces a secundar el sentido común de los periodistas en este punto. De
modo que el mensaje inscripto en el frontispicio del nuevo gabinete nos parece claro: en
el próximo gobierno no habrá política, en elsentido de la lucha siempre renovada –y, en
los mejores momentos, anticipada– en contra de determinados intereses corporativos;
habrá mera gestión de esos mismos intereses. Se nos dirá: es un modo de hacer política.
Claro que sí. El nuevo gabinete parece inspirado en la filosofía política que alguien
ingenioso ha llamado ceocracia.
¿Y la continuidad de Barañao, entonces? Acá pensamos en Hegel, enaquella idea de que
las cosas no son nada en sí mismas, sino que son el complejo entramado de relaciones
que mantienen con el mundo. Y pensamos entonces que al cambiar de gabinete –al
cambiar el mundo– el ministerio de Barañao se encuentra con todo un nuevo entramado
de relaciones: con los otros ministerios, con los otros ministros, con las nuevas lógicas
políticas que se tejerán a su alrededor.Y que, en ese sentido, el ministerio será otro; y
será otro el ministro.
Con alguna ingenuidad filosófica, sin embargo, Barañao –Cristina– quiere garantizarnos
la identidad sustancial de su ministerio asegurándonos que se mantendrán el mismo
presupuesto y los mismos colaboradores. Como si nos dijera: “ojo, no soy hegeliano, soy
sustancialista, creo que la esencia del ministerio son sus recursos...
Regístrate para leer el documento completo.