La ciudad de las bestias
un año; van paseando su luna de miel por todo el mundo.
Salieron de Lima la noche de bodas; seadoraron en el Japón,
se amaron en Australia se toleraron en Francia; riñeron
en Inglaterra y probablemente se separarán en América.
-Y, ¿quién es ese hombre alto y de altivo porte que entra
en estemomento? Con su negro bigote parece un militar.
-Es un mormón - me respondió el doctor -; un elder,
Mr. Hatch, uno de los grandes predicadores de la Ciudad de
los Santos. ¡Qué buen tipo! Repareusted en su arrogante
mirada en esa fisonomía digna en ese continente tan distinto
de los yankees. Mister Hatch, regresa de Alemania y de Inglaterra
donde ha predicado el mormonismo con buen resultado,puesto que esa secta cuenta en Europa con muchos
adeptos; a quienes permite conformarse con las leyes de todos
los países.
-Yo creía que en Europa estaba prohibida la poligamia.
-Sin duda perono crea usted que la poligamia sea obligatoria
para los mormones. Briggam Young tenía un harén,
porque así le convenía; pero no todos sus adeptos lo imitan
en las orillas del lago Salado.-¡Caramba! ¿Y mister Hatch?
-Mister Hatch sólo tiene -una esposa y aun le parece
demasiado. Además, ya nos explicará su sistema en una conferencia
que dará una noche de éstas.
-Se llenará el salón - dijoyo.
-Sí - respondió Pitferge -, si el juego no le quita el auditorio.
Ya sabe usted que se juega en la cámara de proa: allí
U N A C I U D A D F L O T A N T E
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hay un inglés de figura aviesa ydesagradable que según creo,
dirige esa turba de jugadores. Es un canalla de la peor especie.
¿Ha reparado en él?
Algunos pormenores que añadió el doctor, me hicieron
recordar el individuo queaquella mañana se señaló por sus
apuestas. Mis sospechas no me habían engañado. Dean Pitferge
me hizo saber que se llamaba Enrique Drake, hijo de
un negociante de Calcuta jugador, libertino, duelista...
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