La ciudad y los perros
“Yo estaba en el Sáenz Peña y a la salida volvía a Bellavista caminando.” (p. 73)
“Lo encontraba en una esquina de laplaza Bellavista y, apenas me veía venir, se me acercaba.” (p. 75)
“La casa que forma esquina al final de la segunda cuadra de Diego Ferré y Ocharántiene un muro blanco, de un metro de altura y diez de largo, en cada calle.” (p. 80)
“Se ponían zapatillas de básquet, como en la cancha del ClubTerrazas, y procuraban que la pelota no estuviera muy inflada para evitar los botes.” (p. 80)
“Eran discusiones vibrantes, que caldeaban lasmañanas húmedas de Miraflores.” (p. 82)
“A su espalda, por el Malecón, pasaba una línea ininterrumpida de vehículos; a veces, un pasajero sacaba lacabeza por la ventanilla para observarlos; si se trataba de un muchacho, sus ojos se llenaban de codicia. (p. 82)
“Los sábados solían ir en grupo alas matinés del Excélsior o del Ricardo Palma, generalmente a galería.” (p. 83)
“En la mañana debían ir a misa del Colegio Champagnat deMiraflores; sólo Emilio y Alberto estudiaban en Lima” (p. 83)
“Por lo general, se reunían a las diez de la mañana en el parque Central, vestidos todavía consus uniformes, y desde una banca pasaban revista a la gente que entraba a la iglesia o entablaban pugilatos verbales con los muchachos de otrosbarrios.” (p. 83)
“Algunos debían acompañar a sus hermanas; los otros los seguían por la avenida Larco, llamándolos niñeras y maricas.” (p. 83)
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