la clonacion

La noche era fresca, Mis orejeras cafés hacían un juego con mi cabello suelto, el aire me pegaba en la cara. Esa noche no se habían prestado como yo quisiera.
En elasiento delantero, ellos charlaban. No recuerdo de qué, tal vez debí prestarles más atención a ellos que a la carretera. Yo ya lo sentía, pero aun así lo dudaba. Esdifícil aceptar esa clase de hechos y de certezas cuando sólo tienes 16 años. Sin embargo, lo calle. Sentí que mis labios debían emitir esas palabras, pero no dije nada entodo el camino, aunque esa idea revoloteo mi cabeza todo el tiempo. Alrededor de las 11:15 pm me dispuse a dormir pero no puede, esa sensación de angustia inundaba miser.
El destino era claro, aunque yo me mostraba tranquila. Ir pensando sobre la vida todo el transcurso del viaje era algo inusual en mi, de repente esa sensación deescalofrío recorrió mi cuerpo, una sensación que te cala hasta los huesos, quise hablar pero no pude, estaba paralizada, sin decir una palabra recosté mi cabeza sobre elasiento, me puse los audífonos y mire por la venta, la cabeza me daba vueltas, mi vista se torno nublada, Pero tal vez ni siquiera debería preocuparme por ello. Yoseguía sintiendo esa punzada vacía en el pecho, aquella que me indicaba que los árboles volaban más rápido de lo normal y que el velocímetro marcaba 140 en una carreterade 90.
Me quité los audífonos y al fin emití una palabra en toda la noche, o mejor dicho, un reclamo.
—¡Maldita sea! Baja la velocidad.
Ahora me pregunto si debíadecir esas palabras, si debí hacer que el perdiera la atención en la carretera y la centrara en mi.
Lo cierto es que pasó, lo cierto es que esa noche morimos.