La coherencia
En julio pasado, su gobierno se despachó con un decreto –el 625/09– quecreaba un registro virtual donde las empresas privadas de la ciudad debían proporcionar información sobre sus empleados. La demanda abarcaba la modalidad de contratación, el sexo, la edad y el nivel deinstrucción, hasta si hablaban idiomas o tenían hijos. Pero también si sufrían adicciones como drogas, tabaquismo, alcoholismo, ludopatía u otras semejantes. ¿Para qué? Ardieron Troya y Roma juntas.Macri retrocedió con ese proyecto y hasta se vio obligado a pedir disculpas públicas. Y el hilo se cortó por lo más delgado: renunció el subsecretario de Trabajo, Jorge Ginzo, al que se le atribuyósemejante violación a la intimidad de las personas. Desde la semana pasada ya no está. Y adujo “motivos personales”, como se estila en estos casos.
Ahora, con las manos nuevamente libres paraoperar, las febriles usinas del macrismo irán por otras ideas peregrinas como ésta, porque siempre hay una. La ciudad, si alguna vez estuvo buena –así rezaba un slogan pueril de campaña–, hace tiempo quedejó de estarlo, casi tanto como el que su gobierno gobierna. Ejemplos sobran. Pero a cuento viene uno donde seguramente la gestión PRO no detecta ni por asomo objeciones: la cultura.
Variosespacios comunitarios de la ciudad que producen actividades culturales fueron cerrados, desalojados o desestabilizados al quitárseles asistencia. El Centro Cultural y Social Almagro, Centro Cultural del...
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