La columna de hierro
Los hombres de buena voluntad, atentos por tanto a la Ley dictada por Dios, se opondrán a los gobiernos regidos por los hombres y si desean sobrevivir como nación, destruirán al gobierno que intente administrar justicia según el capricho o el poder de jueces venales”
CICERÓN.PRIMERA PARTE.
Infancia y Juventud.
Había nacido el héroe que Roma no conocía; el pequeño Marco, delgado como su padre y sujeto a inflamaciones, había andado solo a la edad de ocho meses y a los dos años ya poseía un formidable vocabulario, esto, gracias a las visitas secretas que hacía a la habitación de su padre. Sin lugar a dudas, ha nacido un niño que cambiaría el destino de Roma;Marco escuchaba a su padre con una expresión grave y pensativa, arrugando la frente con aire de concentración y sonriendo dulcemente, como deslumbrado, cuando su padre le gastaba una broma. Tenía la cabeza alargada de Tulio, su fino pelo castaño, su redondeada barbilla y su boca delicada. A veces daba la impresión de ser muy resuelto, lo que no era su padre, y de tener una mirada decidida, cosas ambasheredadas de su abuelo. De su madre, en cambio, el pequeño Marco tenía, además de sus ojos, la calma y la constancia.
¿Dónde estarás y qué serás cuando seas hombre? Pensaba su padre ¿Huirás del mundo como yo he huido o te enfrentarás a él? Continuaba pensando y esa pregunta sería contestada con el paso del tiempo, pero la pregunta que realmente importaba, ¿qué hará el mundo de los hombres contu espíritu que ahora es como agua clara?, preguntas que se acercaban al niño que parecía comprender que algo grande le esperaba al encuentro con el destino.
Su padre, ofreciéndolo a Dios suplicaba que lo mantuviera a salvo del deshonor y la codicia, la crueldad y la locura, que no evitara el combate pero que sólo se dispusiera a entrar en él en nombre de la justicia, que no temiera jamás aningún otro hombre ni a nada más que a aquel o a aquello que pudiera manchar su alma; y sería el mismo destino quien se encargara de escribir su nombre no sólo en la historia de Roma, sino en la del mundo entero.
A pesar de las esperanzas de su hermano menor; Arquías, Marco no llegó a ser un verdadero poeta lírico, pero comenzó a escribir una prosa maravillosa, sentando las bases de los méritosque pondrían su nombre en la historia, leía lo que escribía con una voz que encantaba, poderosa, segura y elocuente. Tenía tonos apasionados, pero nunca era irracional o recargada de emoción gratuita.
Discutía apasionadamente con su hermano, hablando sobre las virtudes y los males que aquejan al hombre y sus inextricables entrelazos; aunque era cierto que Marco no creía en todo aquello que lalógica de su hermano representaba.
“No hay nada más noble que la Ley” afirmaba Marco, dando atisbos de aquellas creencias que se relacionan directamente con el objeto de estudio de quien ahora escribe, seguía mencionando y hacía clara referencia a lo que logra dentro de las sociedades; distingue a los hombres de las bestias, porque éstas se rigen tan sólo por el instinto y el hombre es gobernadopor las leyes de su espíritu y, por lo tanto, es libre.
Tuvo una infancia feliz, un padre que no era sólo inteligente, sino además muy bueno y cariñoso; un abuelo que me enseñó a no colaborar nunca con el mal y cuyos gritos eran inofensivos. Una madre diligente, siempre paciente y en calma. Y en especial hacía énfasis en recordar a su maestro, a Arquías.
Encontraba emocionante la ciudad y...
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