La Conciencia Henri Ey

1. El Yo «Caracteropático»
Es bastante universalmente aceptado que nuestro «carácter» y las «características» de este carácter constituyen un conjunto de propiedades simples y fortuitamente repartidas en la constitución genotípica de cada uno, de tal manera, que la patología del carácter no podría ser más que «estadística». De tal manera también, que los «rasgos del carácter», al estar aisladosy definidos en «cuadros caracterológicos» (algunos contienen 2 o 3000 atributos de factores del ser humano, otros los reducen a algunas «propiedades» elementares), cada individuo puede ser el objeto de un análisis factorial que extrae la singularidad de su mosaico caracterial y la noción de normal o de patológico no tiene sentido más que con relación a una curva de Gauss. Esto puede conducirincluso a reducir al genio, así corno a la locura, a un mosaico de rasgos fisionómicos, de aptitudes o de disposiciones que suprime el problema de la creatividad así como el de la alienación, al reducir uno y otro al azar. De este error fundamental proceden (de esta tesis que plantea el carácter como un conjunto de propiedades originarias y simples), como veremos más adelante, todos los sistemas«caracteriológicos» de la personalidad humana.
Si es cierto que las personalidades psicopáticas (esquizoides, cicloides, etcétera) son como monstruosidades o caricaturas de los rasgos del «carácter», no es cierto que una personalidad esquizoide, por ejemplo, esté constituida, originaria, ni fatal, ni simplemente, por una «propiedad esencial», sacada de la lotería de los genes. Esto no es cierto,ya que el carácter de un hombre no le es totalmente dado, también se lo apropia o, por lo menos, lo asume. La constancia o la singularidad de sus reacciones, de sus modalidades de querer, de pensar y de sentir, que permiten identificarlo, su «carácter», reposa ciertamente sobre las modalidades corporales y estructurales de su forma de ser, de su «constitución», pero ésta no «constituye» más que unpolo de su ser, el de su propio determinismo contra el cual —y no solamente conforme al cual— se erige su persona. Dicho de otro modo, lo que llamarnos el carácter de un hombre es esta forma circular de ser que remite a su temperamento, pero pasando por su historia: el carácter es una construcción histórica.
Al igual que la clínica de las anomalías del carácter, no puede ser abordad por losprejuicios constitucionales, sino en la hipótesis genética de su formación. Las anomalías de la estructura caracterial no son cualidades dadas, sino las modalidades de encadenamiento del hombre a su carácter.
El juicio que hacemos sobre los demás o que los demás hacen sobre nosotros es una «simplificación», que no vale precisamente más que para las formas patológicas del caracter. Ya que no escierto que cuando un hombre se considera a sí mismo o es considerado como un «duro», un «débil», un «ávido» o un «violento», no es cierto que se reduzca a esta «dimensión de su personalidad». En efecto, este «rasgo de carácter», en el hombre normal, es susceptible de variar en su historia o en las relaciones con los otros y los acontecimientos; si es relativamente constante no es más, precisamente, quecuando se ha hecho un hábito para el Yo, una modalidad constante y sistemática de ser, una «segunda naturaleza», que no puede ser solamente constituida, sino que debe ser y haber sido adoptada. El «dinamismo» del carácter no es más que esta libertad —relativa pero «fundamental»— abierta sobre el devenir, es decir, la historia de la persona, plasticidad que reduce precisamente la psicopatologíadel Yo, en cuanto que es patología del carácter.
La «caracteropatía», la forma patológica del carácter no empieza, en efecto, más que con su fijeza y su fatalidad, es decir, con la imposibilidad de dominarlo o de modificarlo, a medida de su propia historia.
Los caracteres de «fijación», de «fijeza», de «constancia», de «estereotipia», son los síntomas de esta patología de un Yo, reducido...