La corre
| EMEEQUIS | 12 de octubre de 2009
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Una incursión a la cárcel de máxima seguridad para niños
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LoS ModErnoS “JaIboS” dE LUIS bUñUEL
que Luis buñuel retrató hace medio siglo en Los olvidados. Jóvenes que, apenas en la adolescencia, entraron en el mundo de la maldad: asesinos, ladrones, traficantes. Por eso han sido encerrados cuando muchos deellos estaban lejos de cumplir 18 años. en su haber tienen tantas muertes, violencia, tanto terror, que el dolor de los demás les es por completo ajeno. Hoy, cuando se encuentran en la rebautizada como comunidad para Adolescentes, y con un modelo lejos de la dinámica de poder y sumisión, algunos de estos chavos luchan por encontrar en la cultura y el arte un resquicio que les permita volar, queles permita saltar los muros de la prisión.
Por Humberto Padgett padgett@m-x.com.mx Fotografías de Eduardo Loza
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; Son los modernos “jaibos”, los mismos
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I.- El ChEntE
A los 13 años, El Chente fue detenido por robo en el estado de México y recluido un año en la prisión de Quinta del Bosque, cerca de Toluca. Salió en 2004 y estuvo libre cinco meses.“Le metí unos balazos en la panza a un hermano de mi mamá, pero no murió”. En vez de volver al consejo para menores, lo recluyeron
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La primera diferencia es el silencio. En el encierro de las niñas, el zumbido implacable de los silbidos, las mentadas de madre, las carreras y los pelotazos en el frontón no existen. Aquí lo que inunda todo es el silencio, apenas matizado en algunoslugares: los lavaderos, el taller de costura, el salón de belleza. Las procesadas están uniformadas con jumpers tableados en rojo y las condenadas en azul marino. Ellas caminan lentamente, en fila india, cabizbajas. En silencio. Las internas tienen talleres de cartonería, belleza, repostería o vestido. Hoy Brenda acude a uno de ellos. Todo comenzó cuando era niña. La violencia entre sus padres sólo acabócuando se separaron. Ella se quedó con su madre, a quien veía los fines de semana. Fumó su primer cigarro de marihuana en los límites de la primaria y la se-
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“¡Bolita, bolita!”, gritaban los muchachos descamisados con las manos colocadas a los lados de la boca como si fueran bocinas. Segundos antes, la pelota de tenis golpeaba a mano limpia la pared, comosi a puñetazos los chavos pudieran demolerla y salir. Pero sólo la pelota voló. “¡Bolita!”, gritaban desde el interior del centro para menores infractores Alfonso Quiroz Cuarón del Distrito Federal. Desde el exterior, la pelota regresaba y aparecía como un punto verde en el cielo de la colonia Narvarte. No tocaba el suelo del patio. Algún muchacho se lanzaba por ella con agilidad de gato. Derepente, todos estaban sumamente cansados. Ya no querían seguir jugando. “Vamos pa’ dentro, jefe”, le avisaban al guardia y en la celda destripaban la bolita. Ya no era una pelota. Era el cofre del tesoro, relleno de cocaína, revuelta con quién sabe qué cosas, incluso veneno para ratas, para formar esas piedrillas de color ámbar que, puestas sobre el fuego, liberan un vaporcillo de olor a plástico. Lapelota, de algún modo, derribaba las paredes y los muchachos del Quiroz, la llamada cárcel de máxima seguridad para los niños de la ciudad de México, volaban. El Chente, preso en el Quiroz, acaricia esos tiempos que comenzaron a evaporarse apenas en octubre del año pasado, cuando el gobierno federal pasó la administración de los centros para menores al gobierno de la capital. Antes, sobrevivió asu infancia en “El Hoyo”, nombre que sus habitantes dan a la colonia Ejército de Oriente, en el sur de la ciudad. Ahí cursó la primaria y ahí dejó a su madre, obstinada en internarlo en alguna granja para adictos. Recuerda muy bien esa etapa infantil: “Mi jefe le ponía unas madrizas a mi jefa. Una vez, cuando yo tenía siete años, llegó bien pedo. Le dio un botellazo en la cabeza y la pateó por...
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