la cosa rara
Manzanitas criollas, de las huertas venezolanas
Cuando veo las cada vez más escasas manzanas criollas recuerdo el cuento de Julio Garmendia que hoy leeremos. También viene a mi mente el esfuerzo de los castellanos por aclimatar los frutos que les eran familiares en la lejana Castilla a las condiciones del trópico. Caracas tuvo sus buenas huertas con manzanos, perales,higueras, membrillos y duraznos, y hasta exportaba trigo a las Antillas.
Las manzanas criollas son muy buenas para comerlas como fruta (con un gusto entre dulce y ácido que traiciona su adaptación al trópico) o para prepararlas en almíbar. Con tal fin las compré, pero no resistí la tentación. Aquí está la receta, que también se puede hacer con las frágiles manzanas del Norte (o del Sur, si vienende Chile); está tomada de La cocina de Casilda, dulces y bocadillos de la Venezuela de ayer (Los Libros de El Nacional, Caracas, 2005) por Graciela Schael.
Dulce de manzanitas refrescándose antes de pasarlo a una dulcera.
Foto de una cosecha anterior
Dulce de manzanitas criollas
9 manzanitas criollas color verde tierno;
3/4 de kilo de azúcar;
agua
Preparación:
Se lavan lasmanzanas, se pelan reservando las cortezas y se colocan en agua (acidulada con jugo de limón para que no oscurezcan).
Mientras tanto, se sancochan las cortezas y, cuando el agua tome color, se sacan de la olla. Se le añaden 3/4 de kilo de azúcar y luego las manzanas, dejándolas cocinar a fuego bajo hasta hasta que estén blandas y el almíbar tenga buen punto, es decir, que espese.
Mientras nosdeleitamos con esta delicia criolla, tal vez acompañado de un manjar blanco, podemos leer un cuento alusivo, como LA MANZANITA, de Julio Garmendia, que es un clásico de la literatura venezolana.
Julio Garmendia
1898-1977
autor
LA MANZANITA
Cuando llegaron las grandes, olorosas y sonrosadas manzanas del Norte, la Manzanita criolla se sintió perdida.
—¿Qué voy a hacer yo ahora –selamentaba–, ahora que han llegado esas manzanas extranjeras tan bonitas y perfumadas? ¿Quién va a quererme a mí? ¿Quién va a querer llevarme, ni sembrarme, ni cuidarme, ni comerme ni siquiera en dulce?
La manzanita criolla se sintió perdida...
La Manzanita se sintió perdida, y se puso a cavilar en un rincón. La gente entraba y salía de la frutería. Manzanita les oía decir:
—¡Quépreciosidad de manzanas! Déme una.
—Déme dos.
—Déme tres.
Una viejecita miraba con codicia a las brillantes y coloreadas norteñas; suspiró y dijo:
—Medio kilo de manzanitas criollas, marchante; ¡que no sean demasiado agrias, ni demasiado duras, ni demasiado fruncidas!
La Manzanita se sintió avergonzada, y empezó a ponerse coloradita por un lado, cosa que rara vez le sucedía.
Y lasmanzanas del Norte iban saliendo de sus cajas, donde estaban rodeadas de fina paja, recostadas sobre aserrín, coquetonamente envueltas en el más suave papel de seda. Habían sido traídas en avión desde muy lejos, y todavía parecían un poco aturdidas del viaje, lo que las hacía aún más apetitosas y encantadoras.
—A mí me traen en sacos, en burro, y después me echan en un rincón en el suelo pelado…–cavilaba Manzanita, con lágrimas en los ojos, rumiando su amargura.
Estaba cada vez más preocupada. Aunque a nadie había dicho palabra de sus tribulaciones, las otras frutas, sus vecinas, veían claramente lo que le pasaba; pero tampoco decían nada, por discreción. Hablaban del calor que hacía; de la lluvia y el sol; de los pájaros, los insectos y la tierra; o bien cambiaban reflexiones acerca delas gentes que entraban o salían de la frutería, en tanto que la pobre Manzanita se mordía los labios y se tragaba sus lágrimas en silencio.
Ya las norteñas se acababan, se agotaban; ya el frutero traía nuevas cajas repletas, con mil remilgos y cuidados, como si fueran tesoros que se echaba sobre los hombros. La Manzanita no pudo aguantarse más.
—Señor Coco… –llamó en voz baja,...
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