La Cosa

Dos almas encontradas

Las almas gemelas o llamas gemelas no suelen existir, al menos eso pensaba Samantha Pierce, el simple hecho de que exista su otra mitad con la que comparte mismo intereses, sentir una atracción y cariño infinito sin saber la razón, o intentar entender que probablemente haya tenido una vida pasada con otra persona y que siempre estará unida por un lazo espiritual conella, no entra en su cabeza.
-No, no y no, Celeste entiéndelo bien, no planeo ir a esa cita a ciegas-le decía Samantha a su mejor amiga Celeste Guzmán, quien le había planeado una cita con un hombre, bastante apuesto y de 25 años de edad.
- Sam, piénsalo es apuesto, mayor, interesante y toca piano, ¿A quién no le gusta un músico?- sonríe y la empuja levemente hasta el closet de su cuarto.-Está bien, solo porque tú me lo dices pero si es como los dos últimos, me iré.- Celeste volteo sus ojos mientras le elegía el vestido.
No era sencillo convencer a quien decía ser la señorita Pierce, y menos si se trataba de citas, su miedo a ser herida era más grande que cualquier otro, pero por alguna razón desconocida ella sentía una presión en su corazón y un sentimiento de vértigo en su estómagomuy similar a la emoción que una persona enamorada tiene cuando espera con ansias a su amado.
Vestida y maquillada sutilmente, se encontraba cerca de la puerta con Celeste a su lado esperando a que el timbre sonara para encontrarse con quien sería su alma gemela, solo que ella no lo sabía aun, pero el reloj de arena ya estaba corriendo y el destino en donde dos almas que llevan tantos añoshan luchado por estar juntas y deben encontrarse, estaba listo para cumplirse
El timbre suena y Celeste abre la puerta; cabello marrón, tez blanca, ojos verdes y un perfil varonil que podría enamorar a cualquiera.
-Te lo dije, míralo que apuesto- le susurra Celeste a su amiga quien se había quedado pasmada ante la persona que se encontraba al frente
Justo en ese momento Samantha experimentólo que nunca pensó que viviría. Ante sus ojos ocurría una escena que se remontaba en la época de 1954, un hombre muy parecido a quien se encontraba al frente de ella, tomaba su mano antes de que lo separaran de ella. Un dolor y nostalgia se colocó en su pecho.
-Mucho gusto, soy Samantha Pierce, ¿y tú eres?- dijo al mismo tiempo en que le daba la mano.
-Sebastian Villegas- tomo su mano y la beso,haciendo que su piel se erizara, reacción que no pasó desapercibida por él.
-Bien, han perdido mucho tiempo, ya váyanse, que tiene mucho que hablar y conocerse- dijo Celeste entre risas mientras los empujaba para que salieran de la casa, obviando a una Samantha gritando su nombre.
Una vez ya en el automóvil, Samantha por primera vez no sintió esos nervios o la necesidad de reaccionar de unaforma hostil, para protegerse ante cualquier comentario o insinuación
-¿No sientes como si ya nos hemos conocido antes?-le pregunta Sebastian sin despegar la vista de la vía, sorprendiendo a Samantha quien estaba metido en su mente, disfrutando del silencio que había en el automóvil.
-No, no lo siento, ¿De qué hablas?- dijo mirándolo fijamente, observando cada detalle de su cara.
-No me recuerdas,sabía que pasaría te he estado buscando desde siempre, entendí que eras tú cuando Celeste me mostro las fotos.- dijo mirándola
Samantha recordó la extraña visión que había tenido y pensó que quizás el tenía razón, la forma en que sus manos se unían, como ella reconocía esa forma de mirar
-Parece de locos, pero he estado investigando y es posible que al fin nos estemos encontrando en esta viday…- fue interrumpido por la suave voz de Samantha
-Espera, mira sé a dónde quieres llegar con esto, no existe tal cosa como almas perdidas que se encuentran en esta vida, no puedo creer que digas algo como esto en una primera cita-dijo quitándose el cinturón de seguridad- Déjame salir, esto no fue buena idea.- dijo intentando zafarse del agarre de Sebastian, quien ya había estacionado el...