La Crisis del Antiguo Régimen.
TRANSFORMACI ONES ECONÓMI CAS Y P OLÍ TI CAS
1. La revolución industrial. La división del trabajo
El progreso más importante en las facultades productivas del trabajo,
y gran parte de la aptitud destreza y sensatez con que ésta se aplica
o dirige, por doquier, parecen ser consecuencia de la división del trabajo (...)
Tomemos como ejemplo una manufactura de poca importancia (...):
la de fabricar alfileres. Un obrero que no haya sido adiestrado en esa
clase de tarea (convertida por virtud de la división del trabajo en un
oficio nuevo) y que no esté acostumbrado a manejar la maquinaria
que en él se utiliza (cuya invención ha derivado probablemente, de la
división del trabajo), por más que trabaje, apenas podría hacer un
alfiler al día, y desde luego no podría confeccionar más de veinte.
Pero dada la manera como se practica hoy en día la fabricación de
alfileres, no sólo la fabricación misma constituye un oficio aparte, sino
que está dividida en varios ramos, la mayor parte de los cuales también constituyen otros tantos oficios distintos. Un obrero estira el
alambre, otro lo endereza, un tercero lo va cortando en trozos
iguales, un cuarto hace la punta, un quinto obrero está ocupado en
limar el extremo donde se va a colocar la cabeza: a su vez la
confección de la cabeza requiere dos o tres operaciones distintas: fijarla es un trabajo especial, esmaltar los alfileres, otro, y todavía es
un oficio distinto colocarlos en el papel. En fin, el importante trabajo
de hacer un alfiler queda dividido de esta manera en unas dieciocho
operaciones distintas, las cuales son desempeñadas en algunas
fábricas por otros tantos obreros diferentes, aunque en otra un solo
hombre desempeñe a veces dos o tres operaciones. He visto una pequeña fábrica de esta especie que no empleaba más que diez
obreros, donde, por consiguiente, algunos de ellos tenían a su cargo
dos o tres operaciones. Pero a pesar de que eran pobres y por lo
tanto, no estaban bien provistos de la maquinaria debida, podían,
cuando se esforzaban, hacer entre todos, diariamente, unas doce
libras de alfileres. En cada libra había más de cuatro mil alfileres de
tamaña mediano. Por consiguiente, estas diez personas podían hacer
cada día, en conjunto, más de 48.000 alfileres, cuya cantidad,
dividida entre diez, correspondería a 4.800 por persona. En cambio,
si cada uno hubiera trabajado separada e independientemente, y ninguno hubiera sido adiestrado en esa clase de tarea, es seguro que
no hubiera podido hacer veinte, o, tal vez, ni un sólo alfiler al día; es
decir, seguramente no hubiera podido hacer las doscientascuarentava
parte, tal vez ni la cuatromilochocientosava parte de lo que son
capaces de confeccionar en la actualidad gracias a la división y
combinación de las diferentes operaciones en forma conveniente. Este aumento considerable en la cantidad de productos que un mismo
número de personas puede confeccionar, como consecuencia de la
división del trabajo, procede de tres circunstancias distintas: primera,
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de la mayor destreza de cada obrero en particular; segunda, del
ahorro de tiempo que comúnmente se pierde al pasar de una ocupación a otra, y, por último, de la invención de un gran número de
máquinas, que facilitan y abrevian el trabajo, capacitando a un
hombre para hacer la labor de muchos (...)
(SMITH, A. La riqueza de las naciones, 1776. En M. Artola. Textos
fundamentales para la historia. Madrid: Alianza, 1978, pp. 520521.)
2. Declaración de independencia de las colonias norteamericanas (4
71776) ...
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