la cruz

La cruz del diablo
La cruz del diablo es una leyenda escrita por Gustavo Adolfo Bécquer la cual le fue narrada por su padre. A continuación se hablara brevemente acerca de la vida de este escritor.
Gustavo Adolfo Domínguez Bastida; conocido como Gustavo Adolfo Bécquer, nació en Sevilla, España el 17 de Febrero de 1836; estudio arte, humanidades y pintura. Su obra literaria ¨Historia de lostemplos de España¨ solo fue publicada en su primer volumen en 1857. Creo el periódico “El contemporáneo” en 1860. Sus más importantes obras son: “Las rimas”, “Las leyendas”, “Las cartas desde mi celda”. Lamentablemente murió el 22 de Diciembre de 1870 en Madrid España.
(Resumen)
Después de una fatigosa jornada llegamos a Bellver, una pequeña población, situada a la falda de una colina. Yo habíaadelantado algunos minutos a mis compañeros de viaje, y deteniendo mi escuálida cabalgadura, contemplaba en silencio aquella cruz, muda y sencilla expresión de las creencias y la piedad de otros siglos. Impulsado de un pensamiento religioso comencé a buscar en el fondo de mi memoria una de aquellas oraciones, yo había comenzado a murmurarla, cuando de improviso sentí que me sacudían con violenciapor los hombros así que volví la cara: un hombre estaba al lado mío. El pobre hombre sin cejar en su empeño de alejarme de aquel sitio, contestó a ella y no pude comprender: ¡Por la memoria de su madre! ¡Por lo más sagrado! Él me dijo: -Usted busca la frontera; si delante de esa cruz le pide usted al cielo que le preste ayuda, las cumbres de los montes vecinos se levantarán en una sola noche hastalas estrellas invisibles pues esa cruz pertenece a un espíritu maligno, y por eso le llaman La cruz del diablo. Pues es el caso que, en aquel tiempo remoto, esta villa formaba parte del patrimonio de un noble barón, cuyo castillo se levantó por muchos siglos sobre la cresta de un peñasco que baña el Segre, del cual toma su nombre. Por ventura o desgracia este señor, a quien por su crueldaddetestaban sus vasallos, y por sus malas cualidades ni el rey admitía, desapareció de la noche a la mañana.
Transcurrió el espacio de tres años; la historia del mal caballero, comenzaba a pertenecer al dominio de las viejas, que relataban a los chicos; las madres asustaban a los pequeñuelos incorregibles diciéndoles: ¡que viene el señor del Segre! El caballero si malo se fue, peor volvió; pobre y sincrédito se encontraba antes de partir a la guerra; ya no podía contar con más recursos que su lanza y una media docena de aventureros tan desalmados como su jefe. Los pueblos se resistieron a pagar tributos así que apelaron a la justicia del rey; el señor se burló de las cartas-leyes, así que las clavó en el postigo de sus torres. No encontrando otra vía de salvación, se encomendaron a la DivinaProvidencia y tomaron las armas: el señor llamó en su ayuda al diablo, se encaramó a su roca y se preparó a la lucha. Al cabo triunfó la causa de la justicia. Oigan ustedes cómo. Una noche los señores de la fortaleza, ebrios entonaban sacrilegios en loor de su infernal patrón descuidados se habían dormido, así que algunos aldeanos comenzaron a escalar el cubierto peñón del Segre, a cuya cima tocarona punto de la media noche. Una vez en la cima, el fuego, aplicado con teas de resina al puente se comunicó con los muros; los escaladores, favorecidos por la confusión y abriéndose paso entre las llamas, dieron fin con los habitantes de aquella guarida. Cuando amaneció aun humeaban los escombros, era fácil divisar la armadura del temido jefe cuyo cadáver yacía entre las cenizas. El tiempo pasó yaún podía verse el haz de armas del señor del Segre, colgado del negro pilar de la sala del festín, nadie osaba tocarle. Hacía algunas noches que todo el pueblo había podido observar a lo lejos entre las ruinas del castillo correr, cruzarse, esconderse y tornar unas luces misteriosas y fantásticas. Se repitió por tres o cuatro noches de un mes, cuando tres o cuatro alquerías incendiadas,...