La Cuesta De La Guerra

VI. Retorno al caos

La guerra satisface los instintos primarios del ser humano, los que la civilización se dedica a disciplinar no sin trabajo y de manera sumamente precaria. Destrucción organizada, aporta por un tiempo, a los problemas planteados por el excedente de la productividad social, una solución radical y simple. Constituye una explosión periódica, en el curso de la cual el individuoy la sociedad tienen la impresión de realizarse, es decir, de llegar a la verdad y tener acceso a un paroxismo de la existencia.

1. La verdad de los bajos fondos
Hoy, el peso de la guerra prevalece absolutamente sobre todos los demás pesos conjurados. La guerra ordena en lugar de obedecer.
También la mitología de la guerra la designa primeramente como la piedra de toque que revela todopoderío ficticio, como el criterio irrecusable ante el cual se desmorona cualquier impostura. Según Aniante, la guerra constituye la única oportunidad de salvación de los pueblos vacilantes e inestables, es decir en todos los países, durante todos los siglos, las guerra son la oportunidad y el resorte de una reclasificación periódica de los seres y las fuerzas. Paul Valéry reconoce a la guerra un poderde discriminación.
El veredicto de la guerra disipa los simulacros, elimina lo que ha caducado y que se sobrevive a sí mismo gracias a la costumbre de la rutina. De esta renovación, ninguna puede quedarse al margen. Semejante prueba es garantía misma de su renovación, su gloria y prosperidad.
Keyserling considera que la guerra es el precio de todo devenir histórico. Es inútil, según él, el tratarde poner orden o lógica en las digestiones o en los espasmos, que es a lo que se reducen la política y la economía. El esfuerzo de los hombres de Estado no puede cambiar el carácter inalcanzable y fatal de estos movimientos.
También las normas de la guerra no tienen nada que ver con las de la paz, con la razón, la justicia y el honor. En consecuencia, no existe ninguna medida común entre elobjetivo político de la guerra y los sacrificios aceptados para lograrlo. Es “pura violación y puro crimen”, también un mero absurdo. No obedece a las leyes elementales de los bajos fondos y únicamente a ellos favorece: porque la presencia continua de la muerte libera al individuo de los temores y compulsiones que hacen pesar sobre él el espíritu y la civilización.
Esas emociones no disponenprecisamente de una evidencia soberana sino para negar de manera brutal y sacrílega los valores sobre los que descansa la civilización y que víspera creyera era los más altos. El prestigio sagrado de la guerra no tiene mejor garantía que la paz tiene necesaria, quizá hipócritamente, como sagrados: la mesura, la verdad, la justicia y la vida.

Guerreros consagrados
Todo guerrero se libraespontáneamente a la violencia y a la crueldad, Exige ser honrado por aquellos cuya vida protege, arriesgando la suya. Ve como algo natural el aprovechar a discreción los bienes que conserva a sus propietarios. Así, la guerra perpetúa la figura del soldadote, del lansquenete mercenario, pendenciero, merodeador y mujeriego.
Subsiste, en el militar de hoy, bajo el uniforme y a pesar de la disciplina, algo de losguerreros consagrados, llegando a suceder que las cofradías más o menos secretas aterrorizan a los no iniciados en los pueblos primitivos.
Cierto, la civilización difícilmente tolera a estos profesionales del salvajismo. Se esfuerza por eliminar la especie. Sin embargo, la guerra la hace resurgir indefectiblemente. De un golpe retorna al hombre de la barbarie.
La guerra da al hombre civilizadola principal oportunidad, y quizá la única, en la que puede ser a la vez un héroe y dar rienda suelta a sus instintos. Por una parte, adquiere valor a sus ojos y gana prestigio ante los demás; al mismo tiempo entra en una vida en la que le exige, ante todo, destruir y saquear. Es arrancado de una existencia sórdida y monótona, en la que dominaban la búsqueda de beneficio y la sumisión a las...