La cultura y el hacer-bien-hecho

LA CULTURA Y EL HACER-BIEN-HECHO Héctor Herrera Cajas

Difícil es hoy día enfrentarse con el mundo de la naturaleza en su estado original; con todo no es imposible: en lo profundo de las selvas, en las cumbres inaccesibles, en la desolación de los grandes desiertos, en la vastedad de los mares sin rutas, todavía impera sin competencia la naturaleza. En muchas otras partes, vive amenazada y, enotras, ya está -al parecer- definitivamente dominada. La presencia milenaria del hombre, su inagotable capacidad transformadora, su afán creador y también su despilfarro e irresponsabilidad, han alterado profundamente el rostro natural de este mundo y lo han marcado con inequívocos signos de su paso. La huella del hombre su vestigium- constituye la cultura en su dimensión histórica. Desde la pistaprimitiva, que produce sólo una leve transformación en el paisaje, hasta la autopista del futuro; desde el abrigo paleolítico hasta la cosmópolis, que desplaza y ahuyenta la naturaleza, hay sólo una diferencia de grado en una misma actividad. Tenemos la suerte de conservar en el concepto agricultura un testimonio del humilde origen de la cultura. La agricultura requiere de la consagración delhombre, quien, al inclinarse sobre la tierra -el humus nutricio-, oficia como verdadero sacerdote de un culto arcaico; en una misma acción, el hombre integra una expresión material: cultivar la tierra, con una proyección espiritual: el culto a las divinidades telúricas. La agricultura primitiva no es pues sólo una agotadora faena sino más bien una gozosa y festiva colaboración y recreación de lanaturaleza. Se comprende que en la concepción del mundo y del puesto que al hombre corresponde en él, la acción del hombre gana en profundidad, en espiritualidad y también en perfección; cultivar la tierra y rendir culto a los dioses van creando una capacidad que posibilita el propio cultivo y permite que la persona que vive en ese estado de ánimo sea culta. Estas primeras notas nos proporcionanalgunos elementos que vale la pena subrayar; la cultura exige de una acción personal, que a cualquier nivel que se aplique, debe ser bien hecha tanto en la materialidad de la acción, si ella lo requiere, como en la espiritualidad que puede iluminarla. El hombre, gracias a su acción cultural, deviene culto sin importar la sencillez o complejidad de la acción, ni su intimidad o repercusión social, losignificativo es la calidad de la acción, pues no hay hacer insignificante en el hacer-bien-hecho, que continúa la obra creadora de Dios. Con toda propiedad podemos hablar pues de la cultura de los primitivos, donde puede haber más autenticidad que en actividades seudoculturales del mundo contemporáneo, que no se caracteriza por su poder para obtener la adhesión, compromiso o consagración a lastareas que propone. Por supuesto que esa cultura primitiva, inflexible y ruda, puede ser objeto de un inagotable proceso de refinamiento -la eruditio, en su acepción prístina-, o puede perfeccionarse con ideales de vida -humanitas, por ejemplo-, o participar en organizaciones sociales superiores -civilizaciones-, o alcanzar metas de excelencia que parecen superar el agotamiento temporal -creacionesclásicas. Las múltiples expresiones culturales que conoce la historia o que componen nuestro mundo contemporáneo nos conducen al problema de las relaciones culturales; frente al concepto de préstamo o de imposición cultural, que evidentemente puede degenerar en una esterilidad o aun extinción de grupos culturales más débiles, proponemos la apropiación, que entendemos como recepción consciente ypersonal

recreación de la herencia e influencia culturales. La relación de apropiación es fructuosa, más aún, humanizadora; gracias a ella es posible superar las circunstancias que nos propone la historia y vivir con un horizonte universal. El reconocimiento de la posibilidad de ser realmente culto a distintos niveles y en situaciones muy diferentes a lo largo de la historia lleva a plantear el...